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LA RESACA DE LA GRAN CITA DE LA JUVENTUD CATÓLICA

Teólogos y cristianos de base ven arcaico el mensaje papal en Madrid

Denuncian que casi haya olvidado hablar del problema del paro, primera preocupación juvenil. Ratzinger se ha cerrado en banda ante una juventud cada vez más permisiva

Arcaico, más de lo mismo, excluyente, y alejado de la realidad y de los problemas de los jóvenes. Así han visto destacados teólogos y representantes de los movimientos cristianos de base el mensaje del Papa en sus cuatro días de visita a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), donde Ratzinguer ha echado mano de la doctrina más ortodoxa de la Iglesia católica con primordial dirección hacia los grupos más conservadores.

Las últimas encuestas señalan que la juventud es cada vez más permisiva, no ya con las relaciones sexuales prematrimoniales, que se inician a los 13o 14 años, sino con el divorcio, el aborto, la eutanasia y la adopción de niños por parte de los homosexuales. No así con los inmigrantes, ni con la Iglesia, en la que cada vez confían menos y que ocupa la cola en la tabla de sus simpatías por debajo de las multinacionales.

SIN CONCESIONES Frente a esta realidad, el Papa ha recurrido a un mensaje sin concesiones en el que el matrimonio no solo es indisoluble, sino que tiene una finalidad primordialmente reproductiva; las técnicas científicas avanzadas que posibilitan la fecundación in vitro son rechazables; la misa dominical, imprescindible, y las relaciones prematrimoniales, al igual que todas aquellas prácticas en materia de moral sexual que se apartan del guión que dictan los obispos y el Papa, condenables. El paro juvenil, por lo contrario, solo ha merecido una simple alusión al inicio del viaje, cuando estudios sociológicos de entidades católicas sitúan al frente de los intereses de los jóvenes lograr un trabajo.

MIEDO A PENSAR "Este discurso, que repite desde que es Papa, no ha resuelto los problemas más grandes de la Iglesia. Eso indica que este hombre ha dado de sí todo lo que podía dar", analiza José María Castillo. A juicio de este teólogo emérito granadino su discurso trasluce el miedo a pensar, "que se da mucho en los ambientes clericales".

Para Antonio Duato, fundador de Iglesia Viva, ni las minorías aleccionadas y de familias acomodadas de todo el mundo que han venido a la JMJ le van a hacer caso, por mucho que insista en que vayan a misa o sean castos. "Ni ha tocado --advierte el teólogo valenciano-- su grave problema del paro y les ha puesto en el falso dilema de que le sigan o, si no, se quedaran sin valores y serán víctimas del consumismo y la búsqueda pecaminosa del placer".

Raquel Villavibarrena, portavoz de Redes Cristianas, considera que el mensaje papal ha sido excluyente, en lugar de plantear a todos los jóvenes, dentro y fuera de la Iglesia, una propuesta de trabajar juntos por un mundo mejor. "Ha dejado claro que solo busca --apostilla-- fortalecer una Iglesia con muros, sin sintonía con problemas e inquietudes de la juventud, en la que muchos no están interesados".

Critico con el "desmesurado y servil apoyo del Gobierno" a la JMJ, Juan José Tamayo cree que el Papa no tenía otra cosa que ofrecer. "Ha mostrado --denuncia el teólogo de la Asociacion Juan XXII-- una iglesia de sacristía, con las puertas y ventanas cerradas a los aires de la modernidad y al compromiso social, que fomenta la rancia devoción al rosario, el vía crucis y los sacramentos".

Josep Torrens, portavoz de Iglesia Plural, coindice en que su mensaje no tendrá ninguna incidencia en la vida cotidiana de la sociedad en general. Pero advierte en su mensaje "una estrategia vaticana para tratar de recuperar el peso perdido en la sociedad occidental, cada vez más secularizada" y, de paso, "contrarrestar su poder al islamismo radical" que está tomando posiciones. "Ha sacado a flote lo peor de la España profunda, en busca de una presión política, sin calar en los jóvenes ni escucharlos", dijo Pedro Tarquis, de Alianza Evangélica.

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