Los griegos de Xian

El símbolo más solemne de la grandeza de la antigua China podría haber necesitado de la ayuda occidental. Nuevos estudios atisban la inspiración griega en los icónicos guerreros de terracota que han protegido durante dos milenios al primer emperador del país. La teoría es revolucionaria, y no solo por el sopapo al ego nacional. También supone la presencia occidental en China 1.500 años del viaje del (presuntamente) pionero Marco Polo.

El tamaño y la expresión de las esculturas apunta a la tradición helénica, sostiene el programa de televisión La mayor tumba en el Mundo: Secretos de la China antigua emitido recientemente en la BBC. Las figuras de la época eran sencillas y raramente superaban los 20 centímetros, un flagrante contraste con la exuberancia de las inmóviles tropas descubiertas en Xian (norte de China). Todas comparten un tamaño real y diseños personalizados en sus peinados, expresiones faciales, vestimenta, armamento y colores, aunque el contacto con el aire los haya condenado al característico gris actual.

En la tumba descansan 8.000 guerreros, 130 carros y 520 caballos, casi todos aún enterrados. En 1998 emergieron también acróbatas, burócratas o músicos que habrían formado la corte. Los expertos apuntan a los primeros: sus marcados músculos y nervios para representar el movimiento entroncan con la concepción del cuerpo humano de la Grecia Clásica. El dominio de esa técnica requiere los siglos de práctica que acumulaba Occidente. También unos pájaros de bronce se asemejan las griegas de la época.

«Quienes hicieron esto tenían conocimiento de cómo los griegos hacían sus obras. Imagino que un escultor griego pudo venir para entrenar a los locales», juzga en el documental Lukas Nickel, profesor de Arte Asiático de la Universidad de Viena. «Ahora pensamos que los acróbatas y las figuras de bronce habrían podido ser inspiradas por el arte griego», confirmó Li Xiuzhen, arqueóloga en Xian. La tormenta mediática provocó sus matizaciones: culpó al documental de manipularla y aclaró que, si bien la influencia era posible, la autoría era completamente china. No es fácilmente digerible aquí atribuir a Occidente la dirección de la tumba del mítico emperador Qin Shi Huang (260-210 antes de Cristo) y unificador del país a base de conquistas.

La llegada de occidentales a la antigua China ya había sido defendida tímidamente por expertos. Otro estudio reveló el ADN mitocondrial europeo encontrado en la provincia de Xinjiang, colindante con Asia Central. Y en una tumba colectiva cercana al mausoleo de Xian donde habrían sido enterrados los trabajadores de un taller de cerámica explotados por el emperador se encontró un cráneo de medidas diferentes.

Mundos en contacto

Su reconstrucción digital reveló que no era ni chino ni europeo. El documental sostiene que grupos humanos viajaron a China y se asentaron cuando se construían los guerreros de terracota. No muy lejos, entre los años 256 y 125 antes de Cristo, florecía en las actuales Afganistán y Pakistán el reino greco-bactriano, que hundía sus raíces en los sucesores de Alejandro Magno y mantenía tradiciones artísticas helenísticas.

Esa hipotética interacción dinamita la tesis dominante de China y Occidente como compartimentos estancos en la antigüedad. Sus contactos habrían empezado no solo antes del mercader veneciano sino de la Ruta de la Seda, embrión de la globalización en un mundo sin internet.

Los guerreros son una de las ocho maravillas del mundo y, probablemente, el mayor enigma arqueológico. Las técnicas actuales impiden desenterrar el mausoleo sin arruinarlo y solo se conoce una ínfima parte de él. La tumba principal del emperador permanece intacta bajo una pirámide dentro de una fortaleza con muros de 14 metros de alto y casi 150 de largo. Ni antes ni en los siguientes siglos se construyó algo parecido. Tras la caída de Qin Shi Huang, volvieron los tamaños escultóricos más modestos.