En el imaginario colectivo de numerosos zaragozanos hay un cofrecito o lugar secreto para las joyas del Pilar. Quien más, quien menos, todos han oído hablar de sus tesoros y leyendas, se han asomado a la sacristía, al museo, o adivinado en los mantos de la Virgen el fulgor de la pedrería, la seda, el hilo de oro… No en vano la patrona de la Hispanidad es una de las vírgenes más veneradas, a la que fieles de medio mundo acuden y con mayor frecuencia donan presentes en agradecimiento a su ayuda o consuelo.

Marian Rebolledo (textos) y Fabián Simón (fotografías) acaban de elaborar un excelente, yo diría que imprescindible trabajo sobre El tesoro de la Virgen del Pilar. Se trata de un libro ilustrado, editado por este periódico, en el que las principales joyas pilaristas se nos muestran fotografiadas en toda su belleza, y acompañadas por textos explicativos de su origen e historia.

El valor material de muchas de estas joyas (y, por supuesto, el de su conjunto o colección), es inmenso, incalculable. No sólo por la antigüedad de muchas de las piezas, algunas con varios siglos de historia, sino por la pureza y tamaño de las piedras preciosas que adornan sus bellos diseños, diamantes, esmeraldas, rubíes… Tan variadas como las propias joyas —broches, camafeos, colgantes, joyeles, cruces, relicarios y un larguísimo etcétera—, son sus épocas, orígenes y procedencias. Muchas responden a donaciones generosamente concedidas por fieles devotos de la Virgen del Pilar, desde monarcas a humildes ciudadanos; otras, de altas instituciones, gobiernos, papados, repúblicas, entidades de todo tipo…

La autora del libro, Marian Rebolledo, se ha documentado a fondo consultando todas las fuentes existentes. Las investigaciones de María del Carmen Lacarra, Carolina Naya, Santiago Gonzalo, Ester Casorrán, Domingo Buesa o Carmen Morte le han resultado de enorme utilidad, así como la colaboración del director de Patrimonio del Cabildo pilarista, Ignacio Ruiz.

Un libro, también, para aprender historia a través de piezas de museo como el Olifante de Gastón de Bearn, el cáliz de San Pío X, la cruz del arzobispo Domenech, el Libro de Horas de Santa Isabel o la propia talla original de la Virgen del Pilar, atribuida a Juan de la Huerta.