Discapacidad

Una joven valenciana se costea su mano biónica tras vender miles de pulseras

Ana Ortiz sólo tenía 14 años cuando puso en marcha a través de las redes sociales el proyecto 'Pero qué bonita eres'

Ana Ortiz sólo tenía 14 años cuando puso en marcha a través de las redes sociales el proyecto 'Pero qué bonita eres'.

Ana Ortiz sólo tenía 14 años cuando puso en marcha a través de las redes sociales el proyecto 'Pero qué bonita eres'.

Saray Fajardo

Cuando Ana Ortiz se adentró en el proyecto en septiembre de 2021, nunca hubiese imaginado que este tendría tanta repercusión."Este es el inicio de un proyecto en el que llevo varios meses trabajando. Cojo las riendas de este negocio que llevó mucho esfuerzo construir. Voy a darlo todo para conseguir mi propósito. ¿Me ayudas?". Con estas palabras, se presentaba en su perfil de Instagram la joven, conocida como Anita, que en ese momento sólo tenía 14 años. Así nació 'Pero qué bonita eres', que ya acumula más de 97.000 seguidores

"Cuando nací mi madre no paraba de decirme ‘Anita, pero qué bonita eres’. Ella ya fabricaba pulseras, pero tuvo que dejarlo. Yo heredé el proyecto", recuerda. A través de él, Anita vende joyas -tanto para hombres como para mujeres- con el fin de costearse una mano biónica. Además, ha desarrollado una colección para runners (una de sus mayores pasiones) y otra en homenaje a los animales. 

La joven nació sin la mano izquierda, pero esto no le ha supuesto ningún impedimento a la hora de conseguir todo lo que se propone. Tras mucho esfuerzo, la joven, al fin, lo ha conseguido. "Han sido dos años de mucho esfuerzo. He conseguido reunir el dinero necesario, pero aún no tengo la prótesis", explica Anita, quien añade que "me han estado probando varios prototipos de manos biónicos, pero tienen que hacer un molde adaptado a la constitución de mi mano. Sabía que iba a ser un proceso largo y costoso, pero no pensaba que tanto". 

Lamenta que las instituciones no cubran este tipo de prótesis, que cuestan entre 60.000 y 100.000 euros. "No es por una cuestión estétitca, ya que no tengo ningún complejo y hablo de ello con total naturalidad, pero sí que comporta problemas de salud", recalca. "El cuerpo está descompensado y esa parte está menos desarrollado, incluso tengo los huesos más pequeños", indica la joven. Por eso, Anita trabaja diariamente la musculatura para fortalecerla y, así, mejorar su calidad de vida.  

La joven recuerda el primer día que se probó el prototipo. "Fue increíble. Hasta que no llegué a casa no fui consciente", recuerda con gran ilusión. Aunque todavía es pronto, ya tiene claro que es lo primero que hará: "Quiero comerme un yogur con total tranquilidad". 

Ayudar a otros niños

Tras conseguir su objetivo, Anita ha decidido dar un paso más. Ahora quiere ayudar a todos los niños que viven una situación similar a la suya. "Muchas mamás me escribían por redes porque sus hijos se encontraban en la misma situación y me decían que me comprendían", señala.  

Con la ayuda de su madre, ha puesto en marcha una asociación a través de la cual pretende recoger dinero para financiar las manos biónicas de otros jóvenes. "Este proyecto conlleva mucho sacrificio. Me quedo muchas noches haciéndolo, pero merece la pena", explica. En sus palabras, "quiero que ellos también sientan esta tranquilidad que sentí yo al saber que iba a tener la mano". 

Aunque ella es la cara visibile del proyecto, su familia ha estado implicada desde el primer momento. "Nosotros no sabemos muchas cosas, pero ahí estamos. Hasta su hermano pequeño ayuda", explica su madre, quien también se llama Ana. "Muchas veces, le tengo que decir que pare y baje el ritmo porque ella no es una tienda. Sólo es una niña que está haciendo pulseras para pagarse la mano y ayudar a otras personas", concluye.