Las zapatillas blancas pegan con todo y se han puesto muy de moda. No es raro verlas con un vestido, con un look más informal o directamente con un chándal. Ahora bien, aunque es cierto que casan con casi todo y muy bien, también es verdad que se ensucian con mucha más facilidad por su color.

Aunque como el famoso vaso medio lleno o medio vacío, tiene una vertiente positiva y es que, unas zapatillas blancas bien limpias y como nuevas lucen mucho más que otras de cualquier otro color.

Si quieres que queden limpiar, relucientes y perfectas, casi como sacadas de la caja de zapatos, solo hay que seguir unos sencillos pasos y usar unos ingredientes que tenemos todos en casa. El resultado merecerá la pena.

El remedio

Lo primero es que, para una limpieza a fondo, se deben quitar los cordones y las plantillas para que sea más fácil también dejarlas como nuevas.

Después es hora de centrarse en las manchas antes de pasar a la limpieza más general. Como ya te hemos contado en más de una ocasión, las manchas más resistentes no tienen nada que hacer ante el bicarbonato sódico y el vinagre de limpieza, una combinación ideal y que sirve para casi todo en cuanto a la limpieza se refiere.

Para ello hay que mezclar un cuarto de taza de bicarbonato con otras dos de vinagre. Notarás que se crea una reacción que originará bastante espuma, pero cuando se haya mitigado echa la mezcla y frota con un cepillo, que puede ser cualquiera, incluso uno de dientes que no vuelvas a usar para la boca. Déjalo reposar unos minutos para que ambos componentes hagan su trabajo y ablanden las manchas.

Una vez ya hayan sido tratadas hay que tomar una decisión y es si continuar el lavado en la lavadora, siempre con cuidado, en agua fría y a ser posible con otra ropa para que no vaya dándose golpes por el tambor, o hacerlo a mano.

Si tu decisión ha sido la segunda, una vez hayas frotado es hora de aclararlas con agua fría para retirar todos los excesos de bicarbonato y vinagre y el olor que se ha generado. Este paso es muy importante, hay que hacerlo bien para que no queden restos. Y por último, a secar, pero nunca en la secadora, siempre al natural.