Agustín Martín Soriano es autor de ‘Libertarios de Aragón. Cronología en torno a Joaquín Ascaso, el Consejo de Aragón y los anarquistas de nuestra tierra’, que esta tarde presenta en Fraga, en los actos del Centenario de la CNT en la localidad.

-Háblenos del éxito del libro.

-Salió en el 2015 y engloba a todo Aragón. Por eso vamos presentándolo por los pueblos, porque raro es en el que no haya tenido cierta significancia el movimiento libertario. Sus protagonistas han muerto y el tema ha sido tabú durante décadas, ya que los anarquistas eran los malos de los malos. Y fueron los grandes perdedores de la guerra, pasaron de fuerza predominante a desaparecer.

-Cómo le explicaría a un adolescente de qué trata su contenido.

-Lo primero es que no se deje llevar por el estereotipo de ahora de anarquista igual a terrorista. Si lee el libro verá que había anarquistas que eran pedagogos; maestros, gente como Ramón Acín cuyo lema era al niño no hay que pegarle ni con una flor; intelectuales de la talla de Ramón J. Sender; artistas; naturistas, y pacifistas. Era gente que creía que había que convencer. Y luego estaban quienes apoyaban la violencia como un medio.

-¿Y el Consejo de Aragón?

-Ha sido el único gobierno legalmente constituido integrado mayoritariamente por anarquistas. No hay otro caso en toda la historia de la Humanidad.

-¿Cómo se ha documentado?

La bibliografía es extensa, porque muchos de quienes vivieron la guerra escribieron sus vivencias en el exilio. También me puse en contacto con familiares, como con los de Joaquín Ascaso, que me facilitaron información personal y fotografías. Accedí al museo de historia social de Ámsterdam, que tiene todo el archivo de la CNT. Acumulé una documentación original muy extensa que cuelgo en la página de Facebook Libertarios de Aragon. El libro incluye reseñas de 2.000 aragoneses y en el corpus del libro aparecen los nombres más importantes, desconocidos para la mayoría.

-¿Es cierta la relación de la bandera del Consejo de Aragón con la masonería?

-No es descartable. La masonería estaba en toda la sociedad. El general Cabanellas, que se sumó al golpe de Estado del 36 desde Zaragoza, era compañero de logia del dirigente de la CNT en Zaragoza Miguel Abós. De hecho, aquí no se movió nadie porque confiaron en él. En cuanto a la bandera, que no era del Consejo sino la de Aragón, localizarla en el 2011 en un anticuario fue algo extraordinario.

-¿Cree que en la sociedad actual se pueden encontrar ideales anarquistas?

-Sí, bajo la bandera de los movimientos sociales de ayuda mutua, de gente que lucha contra desahucios, la especulación inmobiliaria y bancaria, que se une en cooperativas de trabajo o apoyo solidario. Todo eso bebe del anarquismo, adaptado a la actualidad. Pero la sociedad está acomodada y aunque estés en el paro tienes un subsidio y un móvil y te descargas películas. Es muy difícil convencer a esa persona para que salga a luchar para cambiar el mundo.

-Derechos, bienestar social..., palabras que utilizan nuestros políticos.

-Sí, pero miremos sus sueldos, su jubilación, sus casas. ¿Cómo pueden hablar de que las pensiones son inviables viviendo en esas condiciones? No predican con el ejemplo. Los anarquistas lo hicieron.