Este riverano, que toca el helicón, es también trombonista profesional. Ha sido admitido en la Orquesta Internacional de Holstein, en Alemania, y toca rumbas en Los Paso Cebra.

Tenía 10 años cuando empezó a tocar el trombón. ¿Cómo despertó su interés por la música y por este instrumento en particular?

En Rivas, mi pueblo, hay una gran tradición musical. Somos casi 500 habitantes y en la banda solemos estar 60 músicos, además se fundó hace 140 años, tiene mucha historia. En la escuela de música también hay una alta proporción de alumnos para el tamaño del pueblo, unos 60. Es muy común para los niños de aquí apuntarse a clases de música de pequeños. En mi grupo de amigos, excepto muy pocos, todos hemos tocado en la banda alguna vez, pero ahora solo seguimos cuatro. Por este instrumento me interesé gracias a mi tío Luis Fernando Ungría, que fue mi primer profesor de trombón, y dos años después ya empecé en la banda de Rivas y en la de Ejea de los Caballeros a la vez.

A diferencia de la mayoría de sus amigos decidió apostar por esta afición y formarse profesionalmente en la música.

Así es, con 14 años entré en el Conservatorio de Zaragoza. Bajaba a la ciudad tres o cuatro días por semana, por las tardes, cuando no tenía instituto. Más adelante acabé bachiller y seguí estudiando el grado medio, que en el conservatorio son seis años, mientras tanto me preparaba la prueba del grado superior… Ahora estoy en el cuarto curso del superior, aprendiendo con Daniel Perpiñán y Eusebio Sáez.

¿Cómo empezó a trabajar en esto?

Empecé a ganar dinero en las charangas a mitad del grado medio y a los 16 ya me compré el helicón y aprendí a tocarlo en la calle. Comencé a tocar en Jóvenes Orquestas, empecé en la de Cantabria, después estuve en la de Euskadi y el año pasado entré de academista en la Orquesta Profesional de la Ciudad de Granada. Este año, justo antes de comenzar el confinamiento, me admitieron en la Orquesta Internacional del Schleswig-Holstein Musik Festival, de Alemania.

No me imagino los nervios que tuvo que pasar en la audición de esta última orquesta, que cuenta con tanto renombre.

En realidad, entré tranquilo. Siempre voy con la mentalidad de que hay que hacerlo bien. Cuando interpretas te lo tienes que creer, vas con humildad, pero sin miedo porque si no se te comen los demonios.

¿Cuál fue su situación tras estallar la llegada del coronavirus?

A raíz de la pandemia empecé a colaborar con los Artistas del Gremio. Además, el verano pasado conocí, cuando estaba en Salou, a la mayoría de los miembros de Los Paso Cebra, el grupo de rumba en el que estoy ahora. Todos somos de la provincia de Zaragoza y estamos preparando un disco con 12 canciones.

¿Cómo ve el panorama musical actual?

Mal, y en España aún más. Estamos en un país que a nivel cultural está peor que otros como Alemania, por ejemplo, donde hay más trabajo. La mayoría de los que acaban el conservatorio se van a hacer el máster allí. Aquí, o te lo montas por tu cuenta o es difícil, hay muy pocas orquestas, también puedes trabajar como profesor, pero salen pocas plazas. Además, con el covid todo ha ido a peor, no hay trabajo, aunque hay muchas medidas restrictivas y hacen muy bien las cosas.