Son momentos de mucha angustia, mirada atónita de los vecinos que escuchan impotentes los gritos de auxilio mientras el fuego devora el edificio. La desesperación de los atrapados crece por momentos. Salen al balcón en busca de aire y se cubren con toallas para evitar la inhalación del humo. Las ayudas llegan: colchonetas, ambulancias, pero la batalla contra el fuego se complica. A medida que pasan las horas, escasos metros les separan de la ansiada salvación. Finalmente, ante el alivio de todos los presentes, han conseguido salir vivos de un auténtico infierno.