La DPZ en el verano de 1936 estaba diezmada y solo nueve diputados permanecían defendiendo la libertad y la democracia, encabezados por el exalcalde de Zaragoza, Manuel Pérez Lizano, conocido médico de la capital aragonesa. Tan solo unos meses después, ocho de ellos murieron fusilados tras sufrir todo tipo de torturas y vejaciones. Su crimen, ser de partidos republicanos de izquierda moderada y defender las instituciones democráticas. El único superviviente, el impresor de Calatayud Arturo Guillén, sufrió pena de cárcel y depuración. De los 36 funcionarios de la institución, 6 fueron fusilados: el guardia Celestino González y los enfermeros Nicolás Artal, Mariano Belber, Prudencio Bueno, Manuel Hormigó y Manuel Lacruz. Además de Pérez Lizano, cuyo cuerpo fue hallado a orillas del Canal Imperial y recuperado por miembros de la Cruz Roja que él presidía, fueron asesinados el vicepresidente y alcalde de Uncastillo, el ebanista Antonio Plano --que fue torturado y mutilado antes de ser fusilado--, los concejales de Zaragoza Bernardo Aladrén, Antonio Ruiz y Jenaro Sánchez, el edil de Alagón, Joaquín Borao, y el de Letux, Enrique Mínguez.