La incidencia de los suicidios -ayer se celebró el Día Internacional de su prevención- ha alcanzado su cota más elevada en Aragón. Nunca antes en los últimos años se habían alcanzado los 131 fallecimientos como consecuencia de la autolesión, lo que supone alrededor de un suicidio cada tres días y una tasa cercana a los 10 por cada 100.000 habitantes. De hecho, únicamente otras dos comunidades -Asturias (12,24) y Galicia (11,64)- ostentan una incidencia más elevada. Todas ellas están muy lejos de la media nacional (7,76), según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al 2015.

El volumen más bajo de los últimos años se alcanzó en el 2006, uno de los últimos previos al estallido de la crisis. Entonces se produjeron 84 suicidios en Aragón, una cantidad que se fue elevando progresivamente en los años posteriores hasta alcanzar los 114 en el 2009, ya en plena crisis. Sin embargo, la incidencia fue cayendo hasta el 2014, cuando se produjo un crecimiento significativo (116) que continuó en el 2015. «La explicación sobre esta oscilación de las cifras es una cuestión controvertida, puesto que pueden influir varios factores, como la evolución de la sociedad con un estilo de vida en que pueden darse más frecuentemente situaciones de soledad e incomunicación con el medio social», expone Alberto Hernández, presidente del Teléfono de la Esperanza en Aragón (976232828).

SILENCIO

Ante el «silencio» que sigue imperando sobre este tema a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva aconsejando desde el 2002 que se dé visibilidad al suicidio «con normalidad», el Teléfono de la Esperanza ha emprendido una campaña de sensibilización destinada a que el suicidio deje de ser «ese gran olvidado». En ella se insiste en la necesidad de planes de prevención y programas de atención, «pero también queremos hacer un llamamiento a cuantos se sienten perseguidos por los fantasmas del suicidio a que rompan su silencio y compartan su dolor», exponen desde la organización.

El colectivo ha atendido ya, durante el primer semestre del año, 2.707 llamadas de personas que atraviesan diversas situaciones de crisis, y prevé que a final de año se superarán las 5.000. De esas 2.707, 40 las han realizado personas con problemática suicida. «La determinación de si un fallecimiento se ha producido por suicidio o por otras causas, suele ser un proceso completo, pues hay situaciones en las que es confuso llegar a una conclusión clara y esto también puede influir en la variabilidad de tasas entre comunidades autónomas o países», matiza Hernández, que asegura que, aunque no existe un perfil predominante, «sí que podemos hablar de factores de riesgo: personas con enfermedad mental (depresiones graves , psicosis y adicciones), crisis existenciales profundas, personas que hayan realizado algún intento previo, soledad e incomunicación, y enfermedades que cursan con dolor crónico. Al contrario de lo que pueda parecer, el suicidio se da más en personas mayores, en los que se puedan dar uno o varios factores de riesgo», subraya.

La incidencia, en todo caso, es mucho mayor entre los hombres. De hecho, de los 131 suicidios acaecidos en la comunidad en el 2015, 98 fueron de varones, una cifra que triplica los 33 de las mujeres.

SITUACIONES

«Las personas que acuden al Teléfono de la Esperanza de Aragón atienden a todo tipo de crisis personales, principalmente se trata de gente en situación de soledad e incomunicación, estado depresivo, o de ansiedad o crisis de angustia. Buscan un encuentro personal con alguien que, desde el otro lado del teléfono, pueda ayudarles a ver de otra manera la situación que les preocupa y a descubrir recursos personales que tienen para buscar diferentes alternativas ante la misma», sostiene el presidente de la oenegé.

Su labor, entonces, se centra en escuchar. «En los casos de personas con problemática suicida, el anonimato y la atención permanente que ofrece nuestra línea telefónica facilita que puedan verbalizar el sufrimiento que sienten y hablar sobre sus intenciones, y el orientador telefónico, que está formado para escuchar empáticamente, y sin prejuicios. Este encuentro personal puede aplazar la decisión, y ayudar a la persona a percibir los diversos apoyos de los que puede disponer y explorar otras alternativas de abordaje de su situación», dice.

El ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación son los métodos más utilizados (51) para acabar con la propia vida. El salto al vacío (38) y la exposición a drogas (14) son los siguientes. El suicidio sigue siendo la primera causa de muerte externa en España.