A la espera del delantero anhelado, Paco Herrera ha llegado al final de la pretemporada con el equipo inicial perfilado y compuesto para el debut. Será, muchos años después, un once sin un punta de referencia, al estilo de aquel que lideraban Pardeza e Higuera en los albores de la Recopa, antes de que llegara Esnáider. Dos delanteros menudos, con capacidad para empezar o acabar en banda, siempre dispuestos a pedirla en largo, tirando diagonales de gol, bailando en la línea del fuera de juego. Así será. "Nos viene bien para los jugadores que tenemos", dice Herrera.

No hay otra cosa, desde luego nada parecido a lo que se entiende como un ariete más clásico, que juegue de espaldas, que se faje, que percuta, que genere espacios por presencia. Los once que batieron en tanda al Getafe tienen su sitio ganado. Todos o casi todos. Queda la duda de Víctor Rodríguez, que puede hacer caer a cualquiera de los de arriba por su facilidad para amoldarse a diferentes posiciones. Se le ve fino, también, más suelto que el año pasado, tomando algún galón.

Por orden, Leo Franco es el portero titular, indiscutible. Ha completado buenas actuaciones en la pretemporada, que cerró deteniendo dos penaltis ante el Getafe. Está con aire de líder positivo y se le ve más confiado que en épocas pretéritas en La Romareda.

Álvaro y Paredes formarán el centro de la defensa, con Paglialunga muy pegado a ellos por delante, sobre todo en la salida del balón, momento en que el argentino se convierte en el jugador básico del equipo. El mediocentro es a ratos zaguero, a veces centrocampista mezclador, casi siempre apagafuegos aprovechando su buen sentido táctico, que permite también ver dos laterales mucho más largos.

Las bandas y el rombo

Al contrario que Manolo Jiménez, que colocaba en la línea medular una señal de stop a sus hombres de banda, Herrera busca profundidad, con futbolistas que irrumpan en esas zonas que nadie va a ocupar de partida. No va a haber centrocampistas caídos cerca de la línea y las irrupciones de los delanteros (Montañés y Roger, se entiende) serán puntuales, así que Fernández y Abraham tendrán participación directa en la producción de fútbol ofensivo.

La tela, no obstante, la tejerán entre Cidoncha, Luis García y Barkero, éste último como punta alta de un rombo que encuentra su vértice opuesto en Paglialunga. De ellos debe nacer el poso que quiere Herrera, que exige. El técnico pide un equipo autoritario, solidario con el balón y sin él, lo que invita a la presión alta. La intención es robar en campo contrario y después mantener el espíritu asociativo. "Los jugadores se han dado cuenta de que podemos jugar de otra manera", dice el técnico, que ha reciclado a Luis García. Se asentará en la izquierda, más atrás, a su aire, sin la exigencia de meter velocidad pero con el compromiso de elaborar. Al otro lado espera el vuelo de Cidoncha, peón laborioso y diligente con un amplio margen de mejora.

Con todo eso se compondrá Herrera, técnico de conformado talante, que se presentará en Alicante con una plantilla renca. Necesita futbolistas aún, unos cuantos. "Sería importante que llegaran, sobre todo por cantidad. "Si no somos más, es difícil sostener una temporada de 42 partidos", advierte. Sus preferencias, además del susodicho ariete, pasan por el central y el lateral zurdos. "Para los tres primeros días somos suficientes". Luego quiere más, aunque lo dice en voz amable: "Sería un regalo que pudieran venir en el último momento del último día".