La actuación de la Inspección de Trabajo se adapta a las necesidades de cada momento. Así, a partir del 2000, se afanó en la prevención de los accidentes de trabajo, ante las alarmantes cifras que se daban. En los años previos a la crisis, incidió también en el control de los extranjeros sin permiso para trabajar. Ambos problemas siguen estando en el foco de atención de la Inspección, pero la crisis le forzó a cambiar el chip y centrar su actividad en la lucha contra la economía irregular. El punto de inflexión se produjo en el 2008, con Celestino Corbacho al frente del Ministerio de Trabajo, que reforzó los mecanismos y la colaboración entre instituciones para perseguir el fraude laboral. Desde entonces el Gobierno ha aprobado varios planes contra el empleo sumergido que endurecen las sanciones, una línea que piensa seguir el Ejecutivo de Rajoy con el impulsa un nuevo plan más restrictivo.