El relevo de la contrata del autobús se ha convertido en un tortuoso viaje con billete de ida que ha acabado en transbordo. Después de zanjar el ERE con 153 despidos se empiezan a conocer los motivos por los que un acuerdo era imposible. Razones que se deben a una cuestión monetaria para todos, de las que nadie habla en público, pero sí despachan en privado.

Todo se reduce a quién paga esta función para que otro, el grupo mexicano ADO, diera el paso de comprar Avanza, para la que Zaragoza representaba su principal activo. Ese es el transbordo y los despedidos, el peaje de este trayecto que aún no ha llegado al final de línea. Próxima parada: las calles.

LA EMPRESA Autobuses Urbanos de Zaragoza tenía la mejor baza: una reducción de tres millones de kilómetros justificaba que, como defendió desde el principio, necesitaba prescindir de 150 empleados. Lo dijo a puerta cerrada. En público habló de 212. Así, primero plantea una reducción salarial del 20% a cambio de no despedir, luego lo deja en un 9% con un número indeterminado de salidas y acaba desprendiéndose de la cifra que preveía. Y el ayuntamiento le incrementaba su facturación en casi dos millones de euros al año (los 500.000 kilómetros ofertados) a cambio de elevar la rebaja salarial al 13,4%. Evita desvelar que no le hace ninguna gracia porque esos kilómetros adicionales los cobraría un 25% más baratos. Así que mejor reducir plantilla, ahorrarse cinco millones de euros en salarios y tirar de las horas extra que las paga el ayuntamiento.

LA PLANTILLA El comité de empresa clama al cielo por los despidos pero llegó a reconocer al ayuntamiento que "lo prioritario" era abordar la rebaja salarial. La percepción que quedó allí es que la cifra de 45 despidos no era el problema, sino la reducción del 13,4%. En cifras se traducía en unos 4.500 euros anuales de media, sobre unos ingresos de más de 35.000. Eran 1.000 euros menos que con el 9%.

EL AYUNTAMIENTO El Gobierno municipal actuó pese a la tremenda división de opiniones en las filas socialistas sobre si debía hacerlo, y ofreciendo una ampliación que la Federación de Barrios o CHA ya le habían pedido. Dueso era partidaria de dejarlo en la mitad o menos. Los pliegos le permitían ampliar hasta en 1,7 millones de kilómetros más pero en los próximos diez años, lo que dura la contrata. Hacerlo ahora era agotar un tercio de ese margen. Pero a la desesperada merecía la pena, porque mataba dos pájaros de un tiro: las quejas vecinales y el conflicto laboral. Ahora la foto final no pinta bien.