El tándem formado por Amado Franco y Víctor Iglesias (presidente y consejero delegado de Ibercaja, respectivamente) deberá hilar muy fino para que la salida a bolsa de Ibercaja se convierta en un éxito. El atractivo de la entidad para los potenciales inversores y las expectativas de futuro del grupo financiero serán determinantes para la colocación de más de un 50% de los títulos --según establece la nueva normativa impulsada por el Gobierno del PP-- que ahora está en manos de la Fundación bancaria. Pero la presión ejercida por el Banco de España y por el Banco Central Europeo (BCE) para que este tipo de entidades se desprendan de parte de la propiedad del banco no llega precisamente en el mejor momento.

La incipiente recuperación económica coincide en el tiempo con la caída de la rentabilidad de la banca por los bajos tipos de interés, lo que puede ahuyentar a los potenciales inversores, entre los que figuran instituciones, particulares, fondos... "Un inversor exige ahora mismo más de lo que ofrece un banco y, en este contexto, resulta muy difícil colocar capital", según apunta el catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, Joaquín Maudos. Por ello, "la banca española cotiza por debajo de su valor en libros y los inversores exigen grandes descuentos para entrar en el sector", añade este experto. Por ello, entidades como Ibercaja se encuentran en estos momentos entre la espada y la pared. A todo ello, se suma la inestabilidad política en España y en Cataluña, lo que no ayuda para acelerar una salida a bolsa, ya que lo ideal es un entorno de estabilidad y expectativas económicas al alza.

En busca del equilibrio

Sin embargo, Ibercaja confía en poder manejar los tiempos correctamente y buscar un equilibrio para poder mitigar esos efectos adversos. "Tenemos tiempo (hasta el año 2018) y templanza", señalaron fuentes de Ibercaja, que consideran que la "discreción" también será un factor importante. Con todo, esperan poder cotizar en bolsa el próximo año si no se tuercen los planes previstos.

Uno de los avales con los que cuenta el grupo aragonés es la gestión de los últimos años, que le han convertido en una de las pocas antiguas cajas de ahorros que no han necesitado ayudas públicas para sobrevivir. Pero los expertos dicen que el mercado "siempre mirará al futuro, aunque la gestión pasada se tenga en cuenta".

Otra de las incógnitas del salto al parquet de Ibercaja será comprobar qué posición tiene la entidad tras la salida a bolsa y qué porcentaje de acciones controlará. Lo lógico es que la fundación se quede con la minoría del capital para colocar el resto entre inversores de referencia o de forma muy fraccionada. Ese porcentaje influirá en que el grupo se blinde más o menos ante la posibilidad de perder más o menos el control de la entidad. Fuentes del sector señalaron que "a más facilidades para tener el control, más alto será el precio" que se pague por las acciones. Un asunto que Ibercaja tendrá que valorar.

Las quinielas

En este escenario tan complejo, Maudos cree probable que se produzca una nueva ronda de fusiones en el sector financiero. "Es necesario que el sector siga mejorando la eficiencia recortando costes (cierre de servicios centrales, oficinas, reducción de empleo...)", por lo que "no será fácil seguir en solitario y habrá que buscar sinergias con otras entidades".