El juicio contra Rachid B. y su mujer, Bouchra S., por el supuesto asesinato de su hija M. y el maltrato a su hijo I., cuando tenían 29 y dos meses de edad, respectivamente, contó ayer con los testimonios de varios amigos de la pareja, que les calificaron de buenos padres, incluso de «amantísimos», por lo que pudieron observar en su trato con ellos.

Una de sus amigas, que vivió cuatro meses en su casa de Santa Isabel de Zaragoza, incidió en que «nunca» vio a la pareja tratar mal a su hija mayor (hermana de la fallecida), y corroboró que la costumbre de su país es envolver a los niños con una sábana para evitar que se dañen. La defensa atribuye a esta práctica y a la propia debilidad del pequeño I. las lesiones que le detectaron en el hospital Miguel Servet.

De hecho, hoy declararán dos de los médicos que atendieron al niño en el Infantil, cuando se le detectaron las lesiones en las costillas y otras partes del cuerpo. Los indicios de maltrato llevaron a reactivar la causa sobre la muerte de su hermana mayor, fallecida a los 29 días el año anterior -en el 2014-, y que había quedado archivada al no ser concluyente la autopsia en torno a si los golpes en la cabeza eran intencionados o accidentales.

La fiscalía considera que el padre la golpeó con algún tipo de objeto, y pide para él 28 años de prisión, 20 más que para la madre, a quien solo atribuye el maltrato y un delito contra la integridad moral, que comparte con su marido.

El lunes, ambos explicaron ante el jurado que la niña se le cayó al padre cuando estaba sentado con ella en el sofá, a las rodillas, cuando le picó un mosquito en la mano y se movió bruscamente. Algún amigo suyo certificó ayer en la vista que, en efecto, en la casa en ocasiones había mosquitos.