Haroula Koutsapli, griega afincada en Zaragoza, celebrará que gane mañana Syriza las elecciones en el país heleno. "Si abres una botella de buen vino me llamas", le pide Manuel Giatsidis, profesor de griego en la Universidad de Zaragoza y presidente de la asociación cultural heleno-aragonesa Pansélinos. En realidad, lo harán con cava pero dentro de unos meses, cuando "haya algo que celebrar", porque ambos coinciden en que la irrupción de este partido de izquierdas "no servirá para nada si no viene seguida de un cambio de mentalidad".

"Algo tendrá que cambiar para que nada cambie", decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo, una idea que se ha convertido en un concepto político: es necesario crear una apariencia de transformación con el objetivo de que el núcleo del sistema permanezca inalterado. Y esto es lo que prevén que pase en Grecia en los próximos meses: Syriza llegará al poder y aunque lo desean, no creen que se dé "un cambio profundo". Y se quedarán sin brindar.

Por el momento, las encuestas afirman que Syriza ya supera en 5,3 puntos a Nueva Democracia y acaricia la mayoría absoluta. Según el sondeo de la empresa Metron Analysis, el partido de izquierdas ganaría con un 36% de los votos, mientras que el grupo del primer ministro, Andonis Samarás, se estancaría en el 30,7%. Una tendencia creciente que también respetan otras encuestas que le otorgan menor distancia. Según la empresa Rass el alejamiento sería ahora de 4,8 puntos, 0,6 más de los que le atribuía el viernes pasado.

Y a pesar de que los griegos residentes en Aragón confían en la victoria de Syriza como fuente del cambio, son gatopardistas. El discurso que han adoptado muchos de ellos es que el cambio será "de nombre" pero no será sustancial. Aseguran conocer de primera mano lo que está pasando en su país de origen porque creen que lo ven con mayor perspectiva. "Allí tienen confianza ciega en que todo mejorará con estas elecciones, pero no es así", explica Manuel.

En Aragón, la comunidad griega es pequeña, y apenas alcanza los 30 miembros que se concentran en Zaragoza capital. Muchos de ellos vinieron por estudios o familia, no por la crisis. Todos se conocen y comparten la incertidumbre por lo que pueda pasar en su país. A pesar de estar lejos de su casa, el sentimiento de pertenencia no lo pierden nunca. "Tenemos nuestro país muy arraigado porque, además de que podemos seguir la actualidad por internet, la asociación cultural heleno-aragonesaPansélinos les permite hacer actividades que les "devuelven a su infancia en Grecia", explica Manuel, presidente de la entidad.

Fotios Basmalis, regente de varios restaurantes griegos en la capital aragonesa desde 1983, no duda en que "la visión que se tiene desde España es totalmente diferente a la que se tiene desde la propia Grecia", donde les han vendido que el cambio pasa por Syriza y "no se han parado a pensar que no podrán ejecutar todo lo que han propuesto", lamenta. Para un país donde el paro alcanza casi el 26% y sus ingresos han descendido un 40%, no tienen otra opción que creer casi sin razón. La prensa española, dicen, es "alarmista" porque saben de las "limitaciones que tiene el partido", explica Manuel. "Harán como que renegocian la deuda y es posible que les perdonen algo, pero no va a haber grandes cambios".

Para los tres, que gane Syriza estos comicios anticipados es la consecuencia lógica de lo que está sufriendo el pueblo griego. "Estamos cansados, más aún los que están viviendo allí. Nos pidieron que nos apretásemos el cinturón y eso hicimos, pero no aguantamos más", explica Haroula, que cree que con Syriza en el poder saldrán "los trapos sucios" de todo lo sucedido desde hace más 30 años. Desde el país que se convirtió en la cuna de la democracia, denuncian que "todos los gobiernos han mentido, robado y humillado a la población griega".

Coinciden en todo, menos en la verdadera preparación del partido de izquierda. Mientras que Manuel sostiene que lo bueno de Syriza es que sean políticos con cierta experiencia, esto es lo que Fotios precisamente critica. "No lo están y lo que hay que hacer es acabar con la clase política, en general", critica. También están hartos de la casta, tan de moda ahora en España. Denuncian que sean unas pocas familias las que controlen el poder griego.

El paralelismo con España y con Podemos es "inevitable", reconocen. "Esto no es Grecia pero desde dos años antes veíamos que iba a pasar lo mismo", cuenta Haroula. Ahora, la salida parece la misma: terminar con el bipartidismo sea como sea. "Grecia es la cuna de la democracia y hace siglos que la hemos perdido", lamenta Fotios, que cree que sea imposible recuperarlo con el nuevo Gobierno. "Hay cosas de las que plantea Syriza que son incongruentes en cualquier caso. Por lo menos deberían actuar en lo social, que es lo básico y en lo que más tocados estamos", argumenta. "En los hospitales no nos dejan usar el ascensor, solo para emergencias. Hasta ahí hemos llegado", dice Fotios. Lo único que saben es que, sea cual sea el resultado, no brindarán el domingo, pero el sábado celebran todos juntos una fiesta de año nuevo griego. Casualidades.