Miles de zaragozanos desafiaron en la tarde de ayer el mal tiempo y se echaron a la calle para presenciar el desfile de Carnaval, que partió pasadas las seis de la tarde de la plaza de San Miguel. En este punto se concentraron las 26 peñas que este año, convocadas por su federación, participan en la tradicional celebración.

A las seis y media se puso en marcha la caravana y se soltó al Rey de Gallos, personaje que hizo el recorrido hasta la plaza del Pilar metiéndose con los espectadores con sus continuas ocurrencias, entre otros clásicos del Carnaval como Don Carnal y Doña Cuaresma.

Este año, las peñas han hecho un gran esfuerzo de imaginación y ayer podían verse disfraces muy originales, como en una competición para ver quién posee más ingenio. Tuvieron un gran éxito los gánsters de los años 30 que se desplazaban en un carroza y también en un Mercedes 190 fabricado en 1956.

«Soy aficionado a los coches antiguos», explicó Sergio, su propietario, que vestía un traje de rayas y un sombrero de mafioso. La idea surgió en la peña Los Chachos, que cuenta con 152 socios, de los que al menos un centenar participaron en el desfile de ayer, que discurrió en medio de un viento constante y un frío intenso.

Había disfraces muy originales y adecuados para la época, como uno con la forma de la caja de un nuevo medicamento contra el catarro denominado Fernadol. «Lo hemos llamado así porque está prohibido usar el verdadero nombre comercial», explicó Chesús, de la peña Pasarela.

Los de El Rolladero optaron por vestirse de emoticonos, en una especie de homenaje al mundo de Whatsapp bajo el lema de tecnoadictos. Para que nada faltara, esta peña había alquilado incluso una grúa sobre la que habían montado una antena de telefonía móvil en cartón piedra. «Somos una peña pequeña y hemos venido todos a tomar parte en el carnaval de este año», señaló Javier, que conducía la grúa.

Otros que triunfaron fueron los de la peña Los Beodos, que iban, desde el primero hasta el último, caracterizados como el célebre cocinero vasco Arguiñano. «Este año nos ha dado por ser cocineros», indicó Bernardo, uno de los miembros de la entidad.

Cerca de ellos, a ritmo de música caribeña, estaba un grupo novedoso este año, formado por colombianos residentes en Aragón y que trajeron hasta aquí el carnaval de Barranquilla. Pero no fueron los únicos suramericanos que tomaron parte en el desfile. También había un grupo de bolivianos ataviados con los ropajes de su tradición.

No faltaron, como otros años, los personajes vestidos como las cartas de la baraja en Alicia en el país de las maravillas o Las mil y una noches. Ni los que iban vestidos de bebés, escolares y animales de la selva. Además, un troncomóvil de los Picapiedra fue maniobrando durante el desfile entre las carrozas.

La fiesta, que hoy adopta un formato infantil en la plaza del Pilar, continuó a medianoche con una gran fiesta en la sede de la Federación de Interpeñas. Y, a la una de la madrugada, se entregaron los premios a los mejores disfraces y a las mejores comparsas.