El enésimo escándalo procedente de la Comunidad de Madrid, en forma del misterioso máster de su presidenta, Cristina Cifuentes, ha vuelto a deteriorar la imagen de una institución y de un territorio autonómico siempre ligado con la villa y corte y con el poder central.

Sigue siendo para muchos un misterio la razón por la que dicha institución existe. Nunca existió en la historia la tal Comunidad de Madrid, como sí, siendo universalmente reconocidos se desarrollaron inmemorialmente los reinos de Aragón o Castilla.

Madrid ha pertenecido siempre a esta última. En atención a tan básica referencia, el Estado autonómico diseñado por Adolfo Suárez y Felipe González debería haber incluido Madrid en una de las dos comunidades castellanas en las que se dividió el viejo reino, en Castilla y León o en Castilla-La Mancha, pero, por razones puramente políticas, por el interés de los grandes partidos, se creó artificialmente en 1978 una comunidad autónoma madrileña que nadie había reclamado (como nadie exigió la autonomía para Murcia o para Santander).

Se inventó, en fin, dicha comunidad más bien a modo de una diputación provincial con renovados servicios para las ciudades dormitorio que rodean la capital, identificándose desde el primer momento con un área expansiva virgen en la que, desde los despachos de la Castellana, se podían construir apartamentos y votos, desahogar intereses y alojar nuevas oleadas migratorias y desalojar aquellos políticos que en el relumbrón madrileño, bajo los focos de la prensa, cantarían demasiado por sus desaseadas apariencias y conciencias pero que allí, en esas alcaldías y concejalías de Alcorcón, Boadilla, Getafe o Rivas Vaciamadrid vaciaban sus ambiciones llenándolas de toda clase de réditos. Nunca fueron autonomistas o presumieron de cultura territorial, ni falta que les hacía, bastándoles blasonar de nacionales, españolistas y centralistas.

Su trayectoria, plagada de escándalos, es lamentable, y su deuda, 35.000 millones, monstruosa. Junto con la de la Generalitat, amenaza con desestabilizar las finanzas de un país al que aporta mucho menos de lo que recibe.

Con máster o sin máster de Cifuentes, todo seguirá más o menos igual, pues la corrupción tiene allí raíces profundas.

Madrid como problema. HSClB