Desde el año 1946 hasta la actualidad, ha habido 60 avenidas de más de 2.000 m3 del río Ebro. Una media de una inundación en poco más de un año con lo que las inundaciones no es la excepción sino que es la norma en el valle medio del Ebro. Por ello, si bien excepcionalmente habrá que hacer obras de emergencia cuando las ocasiones lo requieran, tenemos que desarrollar los proyectos que fija el Plan Ambiental del Ebro que inicialmente se redactó en 2005 y que debe ser debidamente actualizado y consensuado.

Uno de los grandes problemas con que contamos para desarrollarlo es que gran parte del dominio público del río, aunque sea una evidente contradicción, está privatizado. La indemnización de más de 7 millones de euros que tenemos que pagar los zaragozanos por una hectárea de suelo en los aledaños de la Sociedad del Tiro de Pichón y permitir la continuidad de los andadores por las orillas es un claro ejemplo. Y otro son las elevadas compensaciones que hubo que dar a otros centros deportivos en los años previos a la Expo y que durante décadas se habían apropiado de unas orillas a las que no se podía acceder libremente los ciudadanos. Una privatización que se continúa con el plan de cuenca recientemente aprobado en enero pasado con posibles concesiones de agua a 75 años.

Y de ello son responsables los que dirigieron la CHE en las décadas posteriores a los años 40. En unos casos para favorecer que pequeños agricultores pudiesen trabajar las problemáticas tierras próximas al cauce del río, hijos de la necesidad, pero en otros por la acaparación de familias poderosas e influyentes que se hicieron con grandes lotes de tierras arrasando con una buena parte de los sotos de ribera. Todo ello se quiso asegurar con la construcción de motas que daba aparente seguridad a las tierras de cultivo pero, que entre otros aspectos, llevó más inseguridad a los núcleos habitados dado que el río ya no tendría en la proximidad de estos, los espacios de desagüe que antes tenía. Donde antes había 400 metros de anchura de cauce ahora solo hay 200. Se han hecho cortas de meandros y la velocidad del agua en las avenidas es mayor.

A ELLO SE UNE el papel de laminación de los embalses. Si bien es cierto que disminuyen las puntas de las crecidas, estas tienden a que se mantengan durante mayor tiempo. Ello hace que se llenen los freáticos y la presión de las aguas, constreñidas por las motas, sobre el fondo y laterales del cauce, invadan las tierras de cultivo más próximas que se anegan días y en ocasiones hasta semanas. Para los daños sufridos en las riadas del 2015 las administraciones, solo en Aragón, han invertido más de 100 millones de euros.

Después de las avenidas del 2003, 2007, 2010, 2013 y 2015 ha habido tiempo suficiente para no realizar obras de emergencias sino el poder haber desarrollado proyectos, previamente redactados y consensuados. Las obras realizadas, positivas en algunos aspectos, no dan la necesaria seguridad y aún a sabiendas que para grandes avenidas --de las que vienen cada 100 años-- la protección es imposible.

Se han hecho cauces de alivio, reforzado motas, se han rebajado en otras. Ningún ponente del grupo de los expertos o con responsabilidad institucional mencionó una política de dragados. Posiblemente porque en todos los casos donde se han hecho dragados históricamente, al poco tiempo el río ha repuesto los sedimentos. Por ello, desde nuestro punto de vista falta lo fundamental que es el retranqueo de motas. En unas jornadas sobre inundaciones celebradas recientemente en Zaragoza, expusimos un bosquejo de actuaciones que en absoluto defendemos sean las que se tengan que hacer en la práctica, pero poníamos de ejemplo que con un retranqueo que suponía tomar en total 100 has. de cultivo en Novillas, Pradilla, Boquiñeni y Cabañas doblamos la anchura del cauce y, en algunos casos, como el cuello de botella entre Pradilla y Boquiñeni, se cuadruplicaba. Nos va a salir más barato la compra de esas tierras que continuar con obras de reparación.

Comentamos también el papel de las carreteras e infraestructuras perpendiculares al cauce. Se han reforzado pero haciéndolas más impermeables al paso del agua. En las jornadas se oyeron quejas de vecinos de Boquiñeni sobre las motas reforzadas de las dos orillas y la elevación de las carreteras de acceso. En asambleas en Alcalá, hace ya varios años, se comentaba la necesidad de retranquear las motas en la orilla izquierda. Desde Protección Civil se llamó la atención en la falta de elaboración de planes de prevención de inundaciones comarcales.

La ponencia sobre inundaciones aprobada en la Comisión del Agua de Aragón --que hoy se reúne en la Alfranca--, tendría que tomar la defensa de las poblaciones y antes de fin de año haber logrado un compromiso sobre futuros proyectos. Esperemos cómo responden las obras ya realizadas ante posibles avenidas. Pero el llegar a estos acuerdos es necesario para seguridad y tranquilidad de los ribereños.