La presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, apeló el pasado lunes a la "creatividad" de la universidad para hacer frente a sus dificultades financieras y en el campus ya se han puesto manos a la obra. Lo llevan haciendo hace días. De hecho, el decano de Educación, Enrique García, ha empezado a mandar cartas a los integrantes de la lista Forbes, que clasifica a los hombres más ricos del planeta, solicitándoles su ayuda para hacerse cargo del coste de la fase final de las obras de la nueva facultad, paralizada a principios de verano por la falta de fondos procedentes de la Administración.

La iniciativa es clara. García ya ha mandado dos misivas, una de ellas al dueño de Inditex, Amancio Ortega, a los que pide asumir los 5 millones que faltan para retomar los trabajos a cambio de, por supuesto, poner el nombre del benefactor a un aula del edificio o a la propia facultad.

La duda reside en saber si está creativa fórmula es viable desde el punto de vista legal. "Sé que no es fácil la entrada de lo privado en lo público pero son fórmulas creativas de financiación, y, si conseguimos el dinero, ya veremos cómo se puede hacer", explicó el decanato, consciente, sin embargo, de la "gran dificultad" de la empresa.

RECTORADO Pero cuenta con el visto bueno del rectorado. "Me lo consiente, aunque me dice que él no lo haría así" . De hecho, las cartas llevan sello institucional y están traducidas a un perfecto inglés. "Ojalá algún alma caritativa pueda compadecerse porque esta situación desesperada en que nos encontramos exige medidas igual de desesperadas".

Ayer, más de 200 alumnos y numerosos profesores de la facultad arroparon al decano en una protesta contra la paralización de las obras que se celebró a las puertas del nuevo edificio. Allí, García lamentó no disponer de una fecha de apertura o de ejecución de los 2,3 millones de euros que Rudi aseguró poner a disposición de la universidad "próximamente".

Por ello, la facultad, que debe repartir a sus alumnos y profesores entre ocho ubicaciones diferentes dentro del campus San Francisco, censura las condiciones que deben soportar. "Tenemos casi 2.300 alumnos y el año pasado habrá más de 300 más a los que no podremos ubicar", apuntó el profesor Julio Latorre. "De hecho, muchos nos dicen que las condiciones en que tienen que estudiar son mucho peores que cuando estaban en el instituto", afirma García.

Judith Alonso, estudiante de tercer curso, aseguró sentirse "abandonada", al tener que recibir clase en el Servicio de Actividades Deportivas, aunque el mayor problema es "ver la facultad, que está casi concluida y no poder entrar porque se han parado las obras por falta de dinero".

DECEPCIÓN La estudiante, que afirma haber tenido que hacer frente a goteras, falta de espacio para hacer exámenes o carencia de ordenadores en clases de informática, denuncia la influencia de estos contratiempos en su formación. "Todo eso nos lo pone mucho más difícil y nos sentimos decepcionados", apuntó.

El desánimo también alcanza a los docentes. De hecho, Latorre lamentó tener que dar clase "en la antigua capilla del colegio Pedro Cerbuna" cuando "la nueva facultad debía ser el buque insignia de la educación en Aragón".