Primero llegaron los casos de corrupción. Luego empezó a hablarse de transparencia. Aunque de momento es más un discurso que una realidad. Esta semana se publicaban los resultados de los consistorios más transparentes de España. El de Zaragoza ocupa el puesto 40, el de Huesca el 43 y el de Teruel es el penúltimo del ránking, en la posición 109. Queda, entonces, mucho por hacer. O más bien todo.

Está claro que los partidos políticos, atenazados por sus vergüenzas internas, quieren lanzar un mensaje a la ciudadanía de que están dispuestos a cambiar su modus operandi. En Aragón, el PSOE ha tomado la iniciativa. Su secretaria de Organización, Eva Saez, anunció que ningún cargo público del partido cobraría dos sueldos. Y que así sería también en las instituciones en las que gobiernan. En cambio, en la Diputación de Huesca, donde los socialistas tienen el poder, permiten que el portavoz del PAR, Joaquín Serrano perciba 40.000 euros de la institución por su labor de portavoz y que a la vez permanezca en una empresa pública --Sarga-- con un salario de casi otros 40.000 euros. ¿Van a hacer algo al respecto? No.

Pero como de lo que se trata es de ser transparentes, o al menos parecerlo, resulta que en la Diputación de Huesca nadie sabía que Serrano tenía dos sueldos. O eso dicen. Tampoco nadie sabía de la red clientelar tejida alrededor de Sodemasa. Los métodos de contratación dejaban mucho que desear y se creaban puestos ad hoc para proteger espacios naturales inexistentes. ¿Alguno de los partidos está dispuesto a hacer algo? No. El PP dice que es responsabilidad del anterior Gobierno. Lejos de tomar medidas, el ERE de Sarga se saldará con más despidos de Sirasa --que era rentable-- que de Sodemasa --que era deficitaria--. El PSOE, en boca de Eva Saez, dijo que le corresponde a Luisa Fernanda Rudi aclarar la situación. Olvidan que el problema se creó cuando estaban ellos estaban en el Pignatelli. ¿Y el PAR? Nadie sabe su opinión. Ni siquiera nadie sabe dónde está el PAR. CHA ha pedido una comisión de investigación, que con seguridad no prosperará, estrangulada por la mayoría parlamentaria.

Son solo algunos ejemplos. De aquí, de andar por casa. Pero en el último informe de la Cámara de Cuentas hay más para quien quiera leerlos. Todos ellos de la tierra patria; con denominación de origen, si se quiere. Pero bueno, ahora parece que los partidos están dispuestos a cambiar. Querer es poder. Aunque es evidente que resta mucho camino por andar.

Porque además el reto es doble para instituciones, partidos y políticos. Hay que tomar medidas efectivas y reales en pro de la transparencia. Pero es igual de imprescindible vencer la desconfianza con la que los ciudadanos se enfrentan a las palabras de los responsables públicos. El día a día no ayuda a ello, claro. Tomar la iniciativa es urgente, casi tanto como romper con las vergüenzas del pasado --no tan lejano--. Solo así la cacareada transparencia dejará el precioso mundo de las buenas intenciones y se convertirá en algo palpable. De momento la transparencia es tan, tan transparente que resulta invisible.