--¿Su estado general actualmente?

--Mi estado personal es optimista, pero lo que veo alrededor es muy pesimista.

--¿En tan solo un año?

--Se ha acelerado mucho en solo un año. Las tendencias ya existentes de crisis social y política, se han deteriorado y han aparecido con toda su crudeza a la superficie.

--En este año ha aflorado de manera alarmante la corrupción.

--La corrupción en España es la persistencia de hábitos viejos, pero pasados por la modernidad, que debería haberlos expulsado de la sociedad democrática.

--Hasta tal extremo no se controla, que hay quien dice que vivimos en un estado no democrático.

--Yo creo sin embargo que estamos en una sociedad con síntomas de crisis en la democracia, en la representación de partidos, en la responsabilidad de los políticos, pero con restos importantes de lo que hizo fuerte a la democracia.

--¿Qué fue?

--Una distribución de la riqueza a través de políticas fiscales; un estado de bienestar que no solo reprimía a los ciudadanos sino que les daba servicios; y una sociedad civil educada y exigente. Todo eso es lo que está empezando a fallar.

--¿Bárcenas es un ejemplo o un síntoma?

--Bárcenas es un ejemplo de la conexión financiera y política con la corrupción. Y paradigma por encima de todo lo que se ha conocido, de la complicidad de los políticos de su partido.

--¿Por qué tanta ocultación? Ya somos mayores de edad...

--Yo creo que con los medios de comunicación es difícil ocultar estas cosas, pero la mentira que se ha instalado en un sector importante de la clase política, le impide abordar de frente los problemas, para transmitírselos a los ciudadanos.

--Pero esas mentiras ya no se pueden sostener...

--Yo creo que la sociedad española ha sido bastante tolerante con la mentira y la corrupción, y la indignación actual es porque se han pasado límites desconocidos.

--¿Sería partidario de crear un equipo de personas sabias para establecer reglas del juego?

--El sueño ilustrado de una educación crítica con el poder, ha fallado. Y es evidente que hay que buscar soluciones al abismo que se está abriendo entre esas políticas irresponsables y un amplio sector de la sociedad...

--¿Cree a la propia clase política capaz de crear filtros?

--A la actual clase política, no. Pero yo creo más que en comisiones de personas sabias, en el valor de la educación desde abajo, aunque eso cueste un tiempo permanecer en la incertidumbre.

--¿Entonces los ve capaces de regenerarse?

--Todo el mundo habla de regeneración, pero lo que es evidente es que están fallando las alternativas a los poderes establecidos. Porque los gobiernos en muchos países tienen mayorías para gobernar. Lo que no perciben los ciudadanos es que haya una alternativa que se pueda enfrentar a ellos con salidas prácticas.

--¿Qué le está pasando ahora al PSOE?

--Al PSOE y a la socialdemocracia en general. Ha habido un cambio de rumbo en el capitalismo respecto a las décadas doradas de la segunda mitad del siglo XX, en las que tanto había intervenido la política socialdemócrata. Ese cambio de rumbo ha dejado prácticamente solos a los defensores de las políticas neoliberales y ha desconcertado a los que habían sostenido políticas más justas e igualitarias hasta ese momento.

--Mucha gente les hace culpables también de esa situación hoy en día.

--En todos los países hay una nueva generación, jóvenes muchos de ellos licenciados y profesionales, que han roto con los mitos de la vieja izquierda y a la vez no se ven representados por viejas posiciones.

--¿Qué necesita hacer la izquierda?

--En primer lugar democratizar los partidos. En segundo lugar introducir a gente que representa a nuevos movimientos sociales pero que no son militantes de los partidos. En tercero, elaborar una alternativa teórica y poco dogmática, flexible a la crisis del capitalismo actual.

--¿Por su condición de historiador ha conocido una etapa tan crispada como esta?

--Los años entre 1975 y 1981 fueron extremadamente difíciles, con unos índices de paro elevadísimos, infración disparada, terrorismo de ETA con decenas de muertos al año, y amenaza de golpismo que culminó en febrero de ese año. Pero esa sociedad que salía con miedo de una larga dictadura, tenía esperanzas. En el fondo se sabía que lo que venía iba a ser mejor. Europa estaba al otro lado de los Pirineos esperándonos, y el sueño de la libertad, estaba a punto de hacerse realidad.

--¿Cree que estamos ante un cambio de paradigma?

--Yo prefiero el término cambio de rumbo. Porque están en revisión los tres grandes principios que consolidaron la democracia después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial: uno, la educación responsable y exigente; dos, las políticas fiscales que favorecen a los que menos tienen y gravan a los ricos; y tres, una clase política siempre respetuosa con la soberanía nacional.

--Me habla de la educación...

--Habíamos pensado durante un tiempo que una sociedad civil democrática que le diera valor a la educación, era la solución a todos los problemas; en los últimos años, posiblemente por el consumo masivo, se ha producido que los gobernantes han vuelto a estimular la ignorancia y los ciudadanos han dejado de darle valor a la educación.

--Ellos saben perfectamente lo que hacen...

--Tener ciudadanos poco críticos es siempre una ventaja para el poder. E insisto en la idea de que creíamos que con la transición y la democracia habíamos dado un cambio a esa seña de identidad española durante tanto tiempo. Que se resume en la idea, procedente de los tiempos del caciquismo, que era mejor estimular la ignorancia que promover la educación.

--¿Todo esto sucede en parte porque no conocemos nuestra historia?

--La historia de Europa da importantes lecciones para explicar la crisis económica, de representatividad política, el ascenso de movimientos xenófobos y de ultraderecha en muchos países de Europa... Pero en España la historia del siglo XX se mantuvo fuera de las aulas.

--¿Es también partidario de que no sean los políticos los que diseñen los planes de educación?

--Soy partidario de un amplio acuerdo sobre la educación, de conocer los planes en aquellos países donde mejor han funcionado. Y de abordar definitivamente el problema de una educación supuestamente laica, pero claramente condicionada por los conciertos con la Iglesia Católica.

--Cataluña y País Vasco.

--La transición, si se tiene en cuenta de donde se venía, solucionó razonablemente bien la relaciones entre el Estado y las comunidades, con lenguas y características culturales propias. El terrorismo dificultó muchísimo eso en el País Vasco. Y ahora que está claramente en una vía de solución, aparece un proceso radical, soberanista y de independencia en Cataluña.

--¿Ha fallado algo?

--Han fallado las políticas responsables y se han añadido al análisis una serie de agravios respecto a las políticas estatales, que en realidad no existían. Pero los ciudadanos en Cataluña, educados en esos agravios, los están percibiendo, y eso es lo que importa. Porque detrás de todo esto ya no está solo un nacionalismo radical, sino amplias bases de la sociedad catalana sin conciencia política.

--¿Asustaría ver a Cataluña y el Pais vasco fuera de España?

---Dado que ese proceso es imposible a través de un acuerdo con el resto de España, a cualquiera le puede asustar.

--Creo que utiliza una imagen muy gráfica de España...

--Hoy vamos en proceso inverso. La imagen actual es la de un tren que entra en un túnel largo y oscuro, con un maquinista que no lo sabe conducir, ciudadanos de primera que disfrutan entre ellos y se ríen de los demás; ciudadanos de segunda que todavía tienen trabajo, contribuyen a mantener el sistema, y un amplio vagón de tercera, con ciudadanos que han perdido derechos ya conquistados. Y que no tienen instrumentos para manifestar su indignación.

--¿Aragón está peor o mejor en este tren español?

--Es indudable que, con Zaragoza a la cabeza, estamos en el triángulo que desde Bilbao a Madrid y de Madrid a Barcelona, forma parte de la España más rica y de la que sale mejor en todas las estadísticas.

--Pero...

--Mantenemos desequilibrios importantes entre un mundo rural despoblado y una ciudad que lo domina todo; nuestra clase política no ha mostrado síntomas mejores que la española en general, y creo además, que en esta región en particular los grupos empresariales, políticos y de comunicación, han mostrado muy poco compromiso con las políticas de desarrollo y científicas. La universidad nunca ha estado en el debate ni ha sido considerada como un motor de crecimiento.

--¿Usted viaja constantemente. ¿Cómo se ve España desde fuera? ¿Cómo nos ven?

--Hace unos años no nos veían... Las noticias que salían de España casi siempre estaban relacionadas con el terrorismo o los toros. Una de las cosas que más me ha sorprendido en los dos últimos años ha sido el espacio que le están dedicando en los medios de comunicación internacionales, a la corrupción política, al boom inmobiliario y a la capacidad empresarial para crear trabajo.