Una joya olvidada a siete kilómetros de Zaragoza. Eso es lo que "era" la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en opinión del arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. Pero tres años de concienzuda restauración están a punto de devolver a este templo de la antigua Cartuja Baja su pasado esplendor, tal y como el propio Ureña pudo comprobar ayer durante una visita a las obras en la que estuvo acompañado por el presidente de las Cortes de Aragón, José Ángel Biel.

Los trabajos de rehabilitación, que han rescatado unas pinturas de gran valor, terminarán dentro de un año y habrán costado en total unos tres millones de euros.

La iglesia es una de las dependencias del complejo monacal que han aguantado el paso del tiempo. Pero cuando empezaron las obras se hallaba en muy mal estado. "Había problemas muy graves de humedad, pues se hallaba sobre una capa de limo y la cimentación se iba hundiendo con el paso del tiempo", subrayó el arquitecto encargado de los trabajos, Teodoro Ríos.

Por eso los primeros esfuerzos se destinaron a consolidar los cimientos mediante micropilotes. Y ahora se está montando un suelo ventilado que ayudará a mantener la estructura con el grado necesario de sequedad.

TRABAJOS PENDIENTES Paralelamente, puesto que la cubierta había sido objeto de un arreglo anterior, se han ido restaurando las pinturas que decoran el techo y los muros del templo, que la capa de suciedad existente impedía apreciar en todo su valor.

"Ahora mismo estamos rehabilitando las pinturas", señaló Ríos. "Se trata de unas obras muy delicadas, echas al temple, no al óleo, como si fueran una fina capa de tiza", agregó.

En fases anteriores fueron acometidas tanto las cubiertas como la torre, otro de los elementos característicos de La Cartuja Baja.

José Ángel Biel elogió la marcha de los trabajos y afirmó que "en los últimos doce años se han restaurado más edificios de interés histórico y artístico que en los cien años anteriores".

Con todo, la plena restauración de La Cartuja Baja está todavía lejos. Repartidas por el casco urbano del núcleo al que da nombre quedan todavía dependencias, con distintos titulares, que todavía aguardan su momento. Este es el caso, por ejemplo, de la hospedería y de la procura, en donde se alojaban monjes y hermanos cartujos.

En cambio, la antigua portería ha sido reconstruida y se ha convertido en un original y bien conservado punto de acceso al barrio zaragozano.