Los sindicatos CCOO y UGT confirmaron ayer oficialmente que, como publicó este diario, no se iba a producir la votación prevista entre toda la plantilla de la Policía Local de Zaragoza para aprobar o rechazar el preacuerdo alcanzado con el Ayuntamiento de Zaragoza para la reforma del cuerpo. El acuerdo para la votación lo habían alcanzado con el sindicato mayoritario en Zaragoza, CSL-Cipol, el pasado 16 de abril. Pero recibió una fuerte contestación por parte de sus afiliados de forma que el sindicato optó por retirarse, como comunicó el sábado. Así, de un proceso de negociación inicialmente avalado por siete sindicatos, quedaron UTG y CCOO, con escasa representatividad en el cuerpo municipal. La decisión está supeditada a la espera de la votación interna sobre si se vota o no, que CSL tiene prevista para mañana. Pero ¿qué ha fallado?

1-Votación global para un cambio parcial

Lo que ha terminado de bajar del barco del acuerdo al sindicato mayoritario ha sido el sistema de votación. El pacto al que llegó con los otros dos sindicatos recogía textualmente que «la propuesta de acuerdo queda sujeta y supeditada a su ratificación por parte de la plantilla de la Policía Local».

Aparentemente estaba claro que implicaba la aquiescencia de toda la plantilla, en principio por mayoría simple de los que votaban. Pero para muchos afiliados de CSL, y aún más para los sindicatos que ya se habían retirado del pacto, no puede ser que toda la plantilla vote lo que, en principio, va a afectar principalmente a unos pocos.

Y es que el cambio de sistema atañe principalmente a los calendarios, turnos de trabajo, de las unidades de motoristas y sectores (distritos). Estos suponen entre los dos un porcentaje notable de la plantilla, casi un 50% del millar de agentes, pero no son todos. Al votar conjuntamente, podría pasar -señalaban fuentes sindicales- que los propios afectados se negasen a aceptar el nuevo sistema mientras se veían condenados a sufrirlo por lo que decidieran los demás. Sindicatos como OSTA consideran, además, que la mayoría debería ser amplia. El voto general no es, en todo caso, un capricho. El acuerdo no solo incluye calendarios, sino medidas que afectan a todo el cuerpo, como la compensación de fiestas por no poder librar en el Pilar (que se mejoraba, al compensar día por día trabajado), pero tampoco era del gusto de todos, ya que no se pueden coger, por ejemplo, en fin de semana.

2-Rotaciones de 21 días en lugar de mensuales

El cambio de turnos de trabajo es una antiquísima reivindicación de la plantilla. Actualmente se sigue un sistema bastante complejo de días de trabajo y fiesta, que sería como sigue, con las jornadas de trabajo en negrita y las otras de libranza: 5/4/7/2/7/3. Así, en ciclos de 28 días, una quincena se trabaja mucho (12 días) y otra apenas 7, en turnos de 7 horas. La rotación entre turnos de mañana y tarde hace que, en ocasiones, se cambie de turno sin apenas descanso, impidiendo el descanso mínimo estipulado.

Los sindicatos proponen unos turnos de 5/2/7/7, aumentando a ocho horas de trabajo para que se siga trabajando igual, y se pueda cuadrar perfectamente los tres turnos de mañana, tarde y noche, respetando los descansos. Algo que por una vez había aceptado el consistorio, aunque no fuera para todos (la UAPO, por ejemplo, es de siete en siete.

En esto prácticamente había unanimidad sindical, pero el hecho de que la aprobación del cambio viniese aparejada a otras exigencias municipales hizo que muchos, ya de primeras, se apearan de la negociación, y el preacuerdo de febrero lo firmaran CSL, CSIF, CCOO y STAZ, retirándose UGT, OSTA y CGT.

3-Servicios mínimos ampliados

Los cuatro que continuaron la negociación, con la reforma del calendario entre ceja y ceja, consideraron que pese a que no les convenciera todo, el acuerdo merecía seguir adelante, sobre todo como punto de partida de futuros cambios. Incluso cambiaron una desaparición de la UAPO por un cambio de nombre y uniforme y salvar la unidad de caballería (aunque condicionada a la unidad animal), a costa de crear un Observatorio de Seguridad, que muchos vieron como un departamento de Asuntos Internos dulcificado.

Sin embargo, al profundizar las negociaciones, se encontraron otro escollo. El consistorio (o la Jefatura policial, o ambos) insistieron en elevar los servicios mínimos del fin de semana, hasta entonces del 25% de agentes, al 33%. Una norma «rígida» que dificultaba mucho coger un día libre por un compromiso familiar o necesidad perentoria. El asunto de los porcentajes de servicio mínimos fue, entre otros, la gota que colmó el vaso de la paciencia de CSIF y STAZ, que se retiraron del acuerdo. Quedaron CCOO y CSL, y a última hora se incorporó al acuerdo UGT.

4-Penosidad con cambio repentino

Los puntos principales para mucho sindicatos eran estos, los turnos más racionales y la flexibilidad de festivos, pero hay otros muchos detalles y acuerdos paralelos (la flexibilidad horaria se sigue negociando).

Entre los puntos que también generaron mucha fricción está el reconocimiento de la penosidad de la unidad de motoristas, sometida a más inclemencias y peores condiciones del trabajo que otras. El consistorio por fin se había abierto a reconocerla, y había varias propuestas posibles, como 6 días libres al año o una reducción de jornada, de entre media y una hora. Pero el consistorio, según fuentes sindicales, aportó a última hora un informe con el que justificaba que solo recibirían un beneficio, de 30 minutos, aquellos que computaron determinados días en moto.

Sindicatos como STAZ o CSIF no estuvieron de acuerdo, entre otras cosas porque dejaría al albur de los jefes de unidad decidir a quién le tocaba más moto y menos de otros servicios (como radar, por ejemplo), favoreciendo el reparto de beneficios a dedo. Fue otra de las razones para levantarse de la mesa.