El amor tendrá que esperar. La historia se repite en la capital bajoaragonesa y Diego Marcilla e Isabel de Segura se dijeron ayer adiós, para, pasados cinco años, retomar y culminar su historia de amor, que es también la de Teruel y la de Aragón, porque la celebración atrae en cada edición las miradas de más curiosos.

La jornada comenzó alejada del drama que vivieron los protagonistas, con la celebración de la tercera edición del Congreso Internacional de Fiestas y Recreaciones Históricas, y fue cogiendo el alma de esta leyenda conforme avanzaban las horas.

A media mañana comenzó el taller de Danzas Medievales y la exhibición del grupo Manfredina en la palza de la Catedral. A las 13.00 horas, Teruel ya era una hervidero de historia y los visitantes copaban las calles que se habían impregnado ya de la leyenda de los amantes, cuando su majestad el Rey de Aragón llevó a cabo el nombramiento de los caballeros en la plaza del Seminario.

El mismo escenario tuvo la despedida, el acto central. Isabel hizo entrega del amuleto a Diego, que dejó la ciudad con el Rey Pedro II y las huestes de Aragón en un desfile que recorrió las calles Yagüe de Salas, la plaza del Torico, la de la Catedral, la de los Amantes. El destino entonces, cinco años de espera y guerra. Ahora, cinco meses separan este episodio de las Bodas de Isabel y la tragedia de los Amantes de Teruel, el próximo mes febrero.