Un joven peruano llamado Armando emigró hace 35 años desde su ciudad natal, Lima, y se instaló en un lugar que desconocía por completo, pero que después de todo este tiempo se ha convertido en su casa: el barrio de Las Fuentes. Aunque desde 1975 tiene su residencia en España, nunca pudo olvidar su patria, y ayer vió realizado su sueño de traer un pedazo de Perú a unos metros de su casa. Decenas de vecinos de uno y otro lado del Atlántico se congregaron ayer para inaugurar la plaza Santa Rosa de Lima en el distrito de Las Fuentes. El barrio y la comunidad latinoamericana comparten a esta santa como patrona, y todos los presentes resaltaron que este espacio supone un símbolo de hermanamiento entre ambas comunidades.

"En Las Fuentes nos gusta vivir en libertad y que nadie se sienta excluído", destacó el presidente de la Junta de Distrito, Laureano Garín, quién añadió que este espacio es un "homenaje a los latinoamericanos que conviven con nosotros".

El acto tuvo como banda sonora la música de una rondalla que entonaba las canciones típicas peruanas, y a la que más de un asistente le hizo los coros. A alguno incluso se le salataba las lágrimas al escuchar los acordes de algunas melodías.

Un día especial

"Este día es muy especial, nos recuerda nuestras raíces y de dónde venimos", apuntó una emocionada Soledad Villanueva, miembro del colectivo latinoamericano en Zaragoza. Villanueva lleva ya 22 años en España y apuntó que para ella "esto es como tener un trocito de nuestra tierra más cerca". Este se convertirá además en el punto de encuentro de la comunidad peruana cada última semana de agosto, con motivo del día de Santa Rosa.

En la inauguración también estuvo presente el jefe de los servicios consulares en España, Héctor Matallana. El diplomático destacó la importancia de que Santa Rosa cuente con un espacio en Zaragoza, ya que es "uno de los mayores centros de religión popular". Ninguno quiso faltar a esta fiesta peruana, ni siquiera el veterano jugador del Real Zaragoza, José Sigfredo Martínez Sigi, que llegó a la capital aragonesa con tan solo 18 años.

El acto finalizó con un pequeño homenaje al otro santo de la ciudad, San Valero, ya que para compensar las bajas temperaturas hubo chocolate y roscón para todos.