Cada maestrillo tiene su librillo, reza el dicho. Los peritos inmobiliarios no es que tengan libros distintos, es que hablan idiomas diferentes. Así quedó patente ayer en la cuarta sesión del juicio por el caso karts de Plaza, en el que los tasadores contratados por Plaza, por Carlos Escó (exconsejero delegado de Plaza) y por Santiago Becerril (el dueño de los terrenos) valoraron el antiguo kartódromo Aragón en 915.000, 6.082.000 y 6.817.000 euros, respectivamente.

Lo llamativo del asunto no es tanto que las cifras varíen, tratándose de peritos de parte -ya que, si su análisis no conviene, basta con no aportarlo-, cuanto que todos dijeron haber incluido todos los parámetros posibles (el terreno, los inmuebles y las indemnizaciones y otras consecuencias del cierre del negocio).

Aun así obtuvieron valores tan dispares que se diferencian en casi 6 millones de euros; la diferencia está en el sistema de valoración empleado, ya que cada uno defendió que el suyo era el idóneo, y los demás se equivocaban.

Así, el perito de Plaza, José María Ruiz Poveda, se basó en la llamada orden ECO, la que «tiene que ser» empleada para compraventas en el mercado libre, como fue esta. El tasador estableció el precio del suelo, finca rústica, comparándola con otras de la época de la base de datos de su empresa, en una «foto fija» del 2004.

Este método comparativo es el mismo que usó el perito judicial que lo valoraba anteayer en 2,3 millones, pero con solo dos terrenos de muestra de comparación (testigos), cuando el método requiere al menos seis. Y además reconoció que trabajó sobre los datos incompletos de Plaza.

Ruiz Poveda, por contra, defendió que sus testigos eran fiables, y añadió una valoración de la superficie construida en la finca, y una estimación de indemnización basada en la última declaración de la renta de Santiago Becerril, para concluir que la compra no debió pasar de 915.000 euros por parte de Plaza. Argumentó además que la finca había sido tasada en 1998 por 154.000 euros, con lo que su compra por 6,3 millones en el 2004 supuso una revalorización del 1.365%.

VISIÓN DE FUTURO

Por su parte, el perito contratado por Carlos Escó, José Luis Polo, criticó la visión de «foto fija» de su predecesor. Porque a su juicio en esta finca «no puede valorarse de dónde viene, sino a dónde va» (a ser comprada sí o sí por Plaza). Por ello juzgó adecuado valorar el suelo como urbano, más caro que el rústico. Sumando las construcciones y el arbolado, y la indemnización por lucro cesante (también por el alquiler que el marido dejó de pagar a la esposa, la dueña del terreno), le da 6,08 millones.

Más cara le salía la cuenta a Fernando Oliván, el perito del dueño del kartódromo, Santiago Becerril. Sus 6,8 millones de valoración suponen que el precio no solo no se infló, sino que cobró 500.000 euros menos. Porque él, presumió, fue el único que tuvo en cuenta las construcciones reales del karting, por fotos aéreas, y la importancia del circuito, «el mejor de España», donde corrió Fernando Alonso para ganar el mundial de karts.