Cuando el ministro de Sanidad, Bernat Soria, se decida a reformar la ley del tabaco no le va a faltar apoyo parlamentario. Su propio grupo político, el PSOE, ha acogido con entusiasmo la idea del científico metido a político de endurecer la norma esta legislatura, mientras que los parlamentarios de CiU se han mostrado ya dispuestos a brindar sus votos. Al menos para alumbrar una norma similar a la de Portugal, que prohíbe fumar en bares y restaurantes de menos de 100 metros cuadrados y en los mayores que no tengan zonas separadas de fumadores.

La ley antitabaco tiene poco más de tres años de vida y se incumple sistemáticamente en el grueso de las autonomías gobernadas por el PP por sus lagunas. Los expertos coinciden también en que la posibilidad que la norma da de escoger a los bares pequeños ha acabado produciendo el efecto perverso de que en casi todos se permite fumar.

Para Alberto Fidalgo, portavoz en temas sanitarios del Grupo parlamentario Socialista, la ley se ha quedado obsoleta, al no garantizar realmente el derecho a no respirar humo, "a la salud, en definitiva", de los no fumadores, muchas veces niños, y del millón de empleados de la hostelería. "Hay consenso científico sobre los daños del tabaquismo pasivo y la necesidad del nuevo cambio legal. Creo que va a ser irrebatible", defendió Fidalgo.

CONSENSO El diputado orensano aseguró que su grupo hará todos los esfuerzos necesarios para lograr el consenso social y político. La reforma tiene, según las encuestas, el apoyo de más del 80% de la población pero, "al afectar a mucha gente en su vida diaria --afirma Fidalgo-- es importante que se haga con el máximo consenso, para que la ley sea efectiva".

Para alcanzar la mayoría parlamentaria, al PSOE le basta con obtener siete votos más. Los últimos revolcones sufridos por el Gobierno en el Congreso hacen necesario que, antes de poner en marcha cualquier proyecto de ley, el Gobierno se plantee con qué apoyos podrá contar. En este caso, con los 10 diputados de CiU tendría de sobra. La portavoz de este grupo en cuestiones sanitarias, Conxita Tarruella, es partidaria de apoyar una modificación que sirva "para proteger un poco más la salud de los ciudadanos y acabar con la discriminación de los trabajadores de la hostelería".

Tarruella, enfermera de profesión, es personalmente partidaria del veto total al tabaco, pero como diputada es más prudente. La postura de mínimos de su grupo sería la siguiente: "En los sitios cerrados, sea cual sea su extensión, o los fumadores están totalmente separados o no se fuma", resume en una fórmula que se acercaría a la portuguesa.

Pero al Gobierno tampoco le va a faltar el apoyo de la izquierda. También ICV y ERC creen que es necesaria un norma más restrictiva en España.

Por su parte, el PP sigue en sus trece de oposición a todas las restricciones a fumar. Su portavoz parlamentario, Mario Mingo, dijo que su grupo no apoyará la reforma, ya que se ha demostrado que las prohibiciones no son efectivas en el consumo en el terreno de las drogas y de la salud.

CONTRADICCIÓN FLAGRANTE El Partido Popular se va a encontrar tan solo que perderá incluso a aliados coyunturales, como los sindicatos, que en la ley del año 2006 coincidieron con alguno de sus postulados. La UGT, que defendió la existencia de espacios para fumadores en los centros de trabajo, considera ahora necesaria la reforma para hacer una ley que ponga fin a la contradicción que supone que los empleados del sector del ocio no puedan fumar, bajo sanción, y se vean obligados a inhalar humo de los clientes.