Ese editor apasionado de lo imposible que es Jesús Egido me dirige la nada deshonesta propuesta de escribir un prólogo para una novela de "Plinio" y acepto encantado, sólo ya por el gusto, o gustazo, de leer en galeradas a ese gran maestro que fue Francisco García Pavón.

Hace ya casi medio siglo, don Francisco se inventó el primer detective español, llamado Manuel González, alias "Plinio", jefe de la policía municipal de Tomelloso. Realmente, era el primer investigador patrio que no imitaba, homenajeaba o replicaba a modelos extranjeros, a Sherlock Holmes, Sam Spade o Hércules Poirot. Un tipo inteligente, raro y castizo al tiempo, alegre y cervantino, ora melancólico, taciturno, pero desde un principio dispuesto a pasar a la historia de la novela negra desayunando chocolate con churros en la buñolería de la plaza mayor de Tomelloso y resolviendo asesinatos antes de almorzar un buen guiso de la tierra.

Y todo ello, sus aventuras, los crímenes, las tiernas, salvajes o truculentas historias de la serie de "Plinio" no de cualquier modo relatadas, sino a la densa, colorida e irónica manera narrativa de un García Pavón que, como el propio "Plinio", sigue creciendo a medida que el tiempo nos deja entrever, entender, su providencial nacimiento a la novela de acción y al mérito y artesanal factura de su decisiva saga de episodios detectivescos.

Aunque el maestro ya naciera con la sabiduría del misterio y el secreto de la tensión narrativa, e innatamente supiera tanto de técnica como una Agatha Christie o un Raymond Chandler, Tomelloso no era Londres ni Nueva York y no debió resultar fácil para García Pavón adaptarlo como marco de sus novelas de intriga. Al cabo de su magna obra, sin embargo, la atmósfera y el escenario de Tomelloso, sus fiestas, el cochecito de don Lotario, la tertulia de los cabos, esas mujeres juncales con las que soñaba el autor y el calor de los cuerpos en el aire seco y limpio de la ciudad manchega, donde el deseo, la ternura, el odio y el crimen flotaban como las palabras y los pájaros, se erigió en un logro.

"Una semana de lluvia", la novela que ahora rescata la editorial Rey Lear, nos abre de par en par las ventanas de la España interior y el mundo, pequeño y grande a la vez, de una España que hoy, en el jabonoso y ecuménico marco de la globalización, se echa en falta en sus mejores prendas. Una de ellas, la literatura clara, humorística, detectivesca, de García Pavón.