José Hermida Blanco (Muras, Lugo, 1957) acaba de ser ascendido a general de brigada de la Guardia Civil, y con ello abandona la jefatura de la Comandancia de Zaragoza, que ostentaba desde el 2013. En espera de su nuevo destino, el gallegoaragonés (por matrimonio y descendencia), que no pierde su acento natal, repasa sus logros y sinsabores en estos últimos cuatro años.

-¿Qué balance hace de este periodo al frente de la Guardia Civil zaragozana?

</b>-Profesionalmente me voy contento pero no satisfecho. Contento porque he dispuesto de un personal extraordinario, Zaragoza es una comandancia de gente joven. No es un granero de guardias civiles, en su mayoría son de fuera y vuelven a su tierra, y la estancia es reducida. Pero esta plantilla, inexperta, es incansable. Con eso, con los años de crisis y la escasez de personal, recuerdo lo que suele decir el subdelegado (del Gobierno en Zaragoza) Ángel Val, con menos hacemos más. Hemos mantenido o reducido todos los delitos, pero satisfecho no puedo estar, porque aún hay. Aprovecho para agradecer a todo el personal su trabajo.

-Entre sus prioridades al asumir el cargo estaban los robos en el campo. ¿Se ha gestionado bien?

-El resultado de los equipos ROCA ha sido extraordinario, con el estrecho contacto con los agricultores. Para cualquiera de nuestras tareas es vital la colaboración ciudadana, y este es un ejemplo, se ha reducido mucho (hasta un 40%, con datos del año pasado).

-¿Se puede prescindir entonces de estos equipos especiales?

-No, mi idea era incluso potenciarlos, al tener más personal. Este año ya se han convocado 1.800 plazas, hace poco estábamos en 300 o 400.

-Ya que lo nombra, ¿la incorporación de agentes ayudará a reabrir cuarteles?

-Creo que iremos reabriendo cuarteles según vayamos disponiendo de plantilla. Que haya un agente en un cuartel para atender es importante, pero lo es más en la calle, patrullando.

-Volviendo a sus prioridades, ¿se avanza en violencia de género?

-En este tema la Guardia Civil tiene dos funciones, y quiero destacar la importancia de la primera, la formación, con un plan director de charlas en centros educativos. Lo destaco porque atendiendo a nuestra otra función, los arrestos e investigación de casos, creo que la concienciación está siendo un éxito. Recibimos muchísimas denuncias, este último año en particular nos está sorprendiendo. Creo que se está perdiendo el miedo a denunciar en el ámbito rural, y de hecho la violencia de género ya es el delito por el que más detenciones practicamos. Afortunadamente, en estos cuatro años no hemos tenido víctimas mortales en nuestra demarcación.

-Su tercer gran objetivo era la marihuana, ¿se puede atajar?

-En la provincia de Zaragoza lo más típico eran las plantaciones en el campo, escondidas entre el maíz, que ayudaba por ser de regadío y tener un color y altura similares. Los agricultores nos avisaban mucho cuando salían a cosechar, porque la situaban dentro de los cultivos, para camuflarla. Y con las inspecciones y la vigilancia en helicóptero, con esto prácticamente hemos acabado. No digo que no haya plantaciones de interior, pero más pequeñas.

-Aparte de en el campo, ¿los robos están siendo un problema?

-El problema de Zaragoza, paradójicamente, es que tiene muy buenas comunicaciones y está muy bien situada. Esto complica las investigaciones porque llegan grupos de Madrid, como uno que detuvimos, roba un camión de un polígono por la noche y al día siguiente ya lo encuentran en Madrid, vacío.

-Ya que nombra casos, ¿cuál le ha impactado más?

-A bote pronto me viene a la memoria el crimen del camionero de Plaza (un transportista asesinado y otro apaleado para robarles lo que habían ganado en un casino). Me sorprendió por la sangre fría de esperarlos y por la violencia innecesaria empleada para robarles, el nivel de agresividad. También fue muy impactante el incendio de la residencia Santa Fe (con ocho fallecidos), y me marcó por la tensión el hombre que se atrincheró en Ejea, donde estuve presente cuando intervino la UEI (Unidad Especial de Intervención) y tuvo que abatirlo.

-Otra de sus labores es la prevención del terrorismo yihadista. ¿En Zaragoza no hay radicalizados o están controlados?

-Lógicamente es un problema, pero en Zaragoza no hemos detectado reclutadores. No quiere decir que no pueda pasar algo, porque aunque en España somos de los más eficaces en este campo, los lobos solitarios o una radicalización rápida es difícil de prevenir, como desgraciadamente vimos en Barcelona y Cambrils.

-En estos momentos es inevitable hablar de Cataluña, ¿qué opina de la situación?

-No me voy a definir, esa es una cuestión de política de Estado. Nosotros estamos para cumplir y hacer cumplir la ley, a las órdenes del Gobierno, como siempre.

-Aparte de lo profesional, ¿qué tal han ido estos cuatro años?

-Han sido maravillosos. Fue una ilusión volver aquí, ya estuve de capitán (al frente de Información). Mi familia política es de Zaragoza, mi hija nació aquí, y de hecho aquí se queda. Voy dejando hijos por ahí, a otra la tengo en La Coruña (ríe). El carácter aragonés no es un estereotipo, es noble y un poco cabezón, y si te dan su amistad, es para siempre. Yo dejo aquí grandes amigos.