Bunbury volvió a protagonizar ayer uno de sus habituales shows . Si esta semana anunciaba por sorpresa su retirada temporal, ayer salió del escenario de Zuera a la media hora de iniciarse el concierto, durante la cuarta canción --significativamente de título Sácame de aquí --, que sus compañeros del Huracán Ambulante sí terminaron. Los fans que habían llegado de toda España tuvieron que recoger los bártulos y marcharse después de que el zaragozano lanzara un beso y saliera del pabellón.

La ilusión por esta despedida (además decidió suspender el concierto de ayer en Cambrils) se repartía el viernes a partes iguales entre la organización, el público y el propio Bunbury. La decepción posterior, también. "Enrique pensaba que podría superar sus problemas de voz y cansancio para este concierto, pero ayer se certificó que no podía ser". Así lo explicaba ayer Nacho Royo, mánager del artista, lo ocurrido en Zuera. "Salió bien, animado, pero le pudo el agotamiento. Ahora está frustrado, triste y agotado, necesita descansar para volver cuanto antes con más fuerza", reconoció un abatido Royo.

Parece lógico pensar que el concierto debiera haberse suspendido desde un principio, dado el grado de agotamiento demostrado por el cantante. Pero esto es, claro, visto a posteriori, con perspectiva. La realidad es que Bunbury estaba ilusionado por este concierto, tanto que incluso pensó que podría superar "el resfriado que arrastraba esta semana", según explicó ayer Copi, teclista del Huracán Ambulante. "Enrique lo intentó, la prueba de sonido de dos horas había ido bien, y el concierto comenzó de igual forma". Pero tras unos temas "poco exigentes vocalmente", Bunbury se dio cuenta de que no alcanzaba los registros necesarios para las canciones, particularmente para Anidando liendres , el siguiente tema previsto.

La forzosa retirada dejó muy apesadumbrados a los músicos, aunque esto no sea un gran consuelo para el público. "Lo sentimos muchísimo, no hubo ninguna mala intención, y no hay que ver fantasmas donde no los hay", aseguró a este diario Copi, probablemente en relación con otras causas ajenas al cansancio que se han barajado como motivos de la espantada .

Tanto el Ayuntamiento de Zuera, por boca de su concejal María José Guzmán, como uno de los promotores, Félix Cartagena, lamentaron profundamente la interrupción del concierto, "que tenía todos los ingredientes para ser apoteósico, tanto por público como por montaje y repertorio, para el que se tenían previstas 22 canciones", aseguró Cartagena. El promotor quiso destacar "el ejemplar comportamiento del público", que ciertamente y salvo excepciones soportó educadamente la indignación, y la "devoción a este artista que ha llevado incluso a que algunos fans renuncien a la devolución del dinero por conservar la entrada".

MALA COSTUMBRE

El hecho es que Bunbury, por motivos de salud o por lo que fuera, sólo ofreció una media hora de música a sus devotos seguidores. Y el hecho es, también, que no es la primera vez que el artista se retira del escenario sin completar su actuación.

Las pasadas fiestas del Pilar, sin ir más lejos, Bunbury abandonó el escenario de Independencia, por un "cúmulo de circunstancias", según se dijo entonces, entre las que se contaba "la frialdad del público". Si puede valer como excusa, tampoco estaba ayer el público muy entregado, por supuesto, con las honrosas excepciones de los grupos de fans más ruidosos. Pero también es normal, considerando que más de la mitad del pabellón lo llenaba gente de Zuera a la que el concierto le entraba en el bono de fiestas, y que no tenía por qué ser admiradora del músico.

En cualquier caso la gran diferencia con el Pilar es que el concierto de ayer no era gratis, mucha gente acudió de toda España para verlo, y un cansancio que ya se conocía (no en vano, por él se canceló el resto de la gira) parece más otro motivo para indignarse que una disculpa para el incidente. "Si no puede cantar ya lo tiene que saber antes, y si se cansa que cante sentado, que yo no he pagado 15 euros por cuatro canciones". Estas palabras de un asistente, aunque irreflexivas y provocadas por el enfado, no dejan de tener su parte de razón.

Pero los seguidores de siempre acabarán perdonando a Bunbury, como ya lo han hecho antes. Ya ayer algunas voces se oían, tímidas, alegando que "no puede más, el pobre", tras los gritos y silbidos iniciales del pabellón. También los que tuvieran entradas para el concierto de ayer, en Cambrils, tendrán que saber disculparle. Sólo quedará resignarse, y esperar que el descanso de Bunbury le siente bien.