Los huertos urbanos están de moda. Por motivos económicos, ecológicos o simplemente para cultivar --y nunca mejor dicho-- un nuevo interés, cada vez son más los que se lanzan a tener su pequeña parcela en plena ciudad. Zaragoza no escapa a esta corriente y cuenta ya con un centenar de huertos repartidos en diversos puntos. Casetas, el Casco Histórico, San José o Torrero son algunos de los barrios que poseen su espacio verde mantenido en la mayoría de los casos por los propios vecinos.

Se trata de una ola que ha invadido muchas grandes ciudades y que está relacionada con la vuelta a la naturaleza. Los ciudadanos y la Administración ven en estas parcelas cultivables un modo económico y sencillo de recuperar además espacios degradados. Lo más importante a la hora de construir un huerto en algún punto de la ciudad es la orientación. Debe ser una zona soleada y algo protegida del viento. Las características particulares de Zaragoza hacen que este último punto cobre especial importancia. Por lo demás, basta con nivelar el terreno y que exista la posibilidad de implantar un sistema de riego con una toma de agua cercana. Estos son los únicos ingredientes necesarios para contar con un espacio natural propio al lado de casa. Tal vez estas facilidades han hecho que los huertos urbanos se hayan convertido en una herramienta fundamental para mejorar el aspecto de Zaragoza. Al menos así lo cree la responsable del programa Estonoesunsolar, Patrizia Di Monte.

INTEGRACIÓN Este proyecto ha conseguido con gran éxito implantar 56 parcelas cultivables en el barrio de Casetas y un pequeño huerto en la calle Las Armas --en el Casco Histórico--. Pero la arquitecta destaca por encima de los valores ecológicos que representan estos espacios, el impulso a la integración en los barrios que consiguen con estas parcelas. "Nosotros planteamos los huertos, no solo como una zona cultivable, sino como un espacio de convivencia", recalca Di Monte. Por ello, los huertos de Estonoesunsolar siempre van acompañados de estructuras como merenderos, que se convierten en un punto de reunión de los vecinos. Los hortelanos de Casetas han llegado incluso a crear un reglamento para el uso de los elementos comunes de los huertos, que todo el mundo respeta sin problema.

Pero la integración va más allá. Algunos de los usuarios de los huertos son inmigrantes y cultivan en plena Zaragoza productos típicos de sus países de origen. "Y luego hay intercambio con los hortelanos españoles, de modo que se produce un conocimiento mutuo", afirma Patrizia Di Monte. Aunque pueda parecer que estos espacios están destinados a las personas mayores, lo cierto es que la media de edad de los hortelanos urbanos es de unos 40 años, según explica Di Monte. Un caso algo diferente es el de los huertos de Torrero, donde los vecinos comenzaron a cultivar el terreno de forma espontánea y ahora existe una treintena de parcelas.

Un buen ejemplo del empuje con el que llega la ola de los huertos urbanos es el proyecto presentado hace unos meses por CHA y que tiene por objetivo "la recuperación de la huerta zaragozana". Se trata del programa Agros y plantea toda una serie de actuaciones encaminadas a potenciar estos espacios verdes e incluso a crear un sello de calidad con los productos cultivados en ellos. El proyecto incluye por ejemplo la construcción de 1.200 huertos sociales de alquiler en el entorno del canal imperial o la creación de una red de colaboración entre agricultores y centros educativos y sanitarios para fomentar el consumo de productos ecológicos.

La agricultura también es el medio ideal para enseñar a los niños el respeto por la naturaleza. La red de huertos escolares puesta en marcha desde el Ayuntamiento de Zaragoza incluye a 78 colegios que cuentan con una pequeña parcela verde en sus patios. Los encargados de cultivar los productos son tanto los profesores como los alumnos y disponen de asesoramiento municipal en materia agrícola, con el suministro de materiales y con la instalación de riego por goteo. El programa incluye también charlas y talleres prácticos.