El CAI Aragón terminó sufriendo más de lo necesario y de lo esperado. Viajó a Hungría con doce tantos de ventaja y a punto estuvo de sufrir una decepción histórica, pero estará en el sorteo de mañana. Perdió el partido tras una segunda parte inexplicable, en la que solo anotó tres goles en los últimos 15 minutos, sucumbió a la presión de la grada, sufrió un arbitraje casero, permisivo como se esperaba, y rozó la eliminación, que hubiera sido un milagro navideño anticipado para el Dunaferr. Los locales disfrutaron de la mejor versión de su artillero Csaszar Gabor (13 goles) y pusieron toda la fe posible, lo que les llevó a las puertas de la gloria. El CAI tuvo la suerte de haber hecho los deberes en casa.

Durante la primera parte, el CAI Balonmano Aragón hizo gala de dos de sus principales virtudes, la inspiración de Pablo Hernández bajo palos y una sólida defensa que paliaba una pobre actuación de hombres importantes en el ataque, como Dalibor Doder o Zaky, y permitía al equipo de Kosovac mantener mínimas ventajas en el marcador que no superaban los dos tantos (1-3, 6-8). El guardameta zaragozano, incluso, paró un penalti a los 21 minutos que mantenía la ventaja aragonesa (10-11), pero el equipo naranja no logró mantener la iniciativa hasta el final y llegó al descanso uno abajo (16-15) gracias a un tanto en los instantes finales de Ivancsik desde el flanco derecho.

DEBACLE NARANJA En la segunda parte los locales, espoleados por una grada que no dejó de animar en ningún momento, salieron a por todas. El CAI se quedó en inferioridad por exclusión de Sorrentino y los aragoneses sufrieron su primera crisis. Los húngaros lograron una ventaja de cinco goles (21-16) que instaló las primeras dudas en el seno caísta, pero el equipo solventó ese primer problema con un parcial de 0-4 (21-20). Sin embargo, el potencial ofensivo del CAI bajó muchos enteros en la segunda parte y el equipo se vino abajo.

El Dunaferr no hizo sino aumentar y aumentar su ventaja y reducir la tranquilidad del CAI. Kosovac pedía tiempo muerto pero no había manera de enderezar la situación. La diferencia era de ocho tantos para los locales y de cuatro para el CAI en el global de la eliminatoria (32-24) y el conjunto aragonés no supo finalizar la jugada de ataque, que terminó con un pasivo indicado por unos permisivos árbitros. Quedaban cinco minutos para el final y el Dunaferr, empujado por 1.200 entusiastas, creía en el milagro.

Ivancsik enviaba el balón al palo y el CAI recortaba distancias (32-25) con un gol celebrado por los jugadores como el definitivo. Después, Pablo evitó el gol en un primer intento de Gabor, pero no en el segundo. Los nervios se apoderaron del CAI. Ortega forzó un lanzamiento de siete metros que falló Zaky, el CAI recuperó el rechace largo pero terminó cayendo en pasivo. Al final, el Dunaferr pudo estirar la ventaja hasta los diez goles, insuficientes para llevarse la eliminatoria pero suficientes para dejar al CAI con el miedo en el cuerpo, aunque en cuartos.