Corría el mes de agosto del 2009. El Real Zaragoza volvía a rugir por los campos de Primera tras una corta pesadilla por el hades de Segunda. Dos jóvenes cachorros se habían unido a la manada adulta: Ander Herrera y Víctor Laguardia. Viendo la solvencia con la que debutó el segundo, con 19 años, el zaragocismo no podía sino relamerse con la pinta que tenía aquel joven defensa. Solvencia, seriedad, firmeza, ilusión y, encima, de la casa. La nube explotó, por desgracia, solo tres partidos después, en forma de grave lesión de rodilla.

Ahora, tres años después, todavía no ha conseguido recuperar la plaza que por derecho se ganó y la mala fortuna le arrebató. ¿Dónde estaría Víctor Laguardia si no se hubiese lastimado la rodilla? "No quiero pensar en qué hubiera pasado. Vivía un buen momento, con la Selección sub21, jugando en el primer equipo y se me cortó esa progresión", recuerda.

Esta pretemporada tampoco fue la ocasión en la que Víctor Laguardia recuperase terreno en el Real Zaragoza. "La manera en la que salí no fue ni buena ni mala. Para mí era lo mejor. El club me dio todas las facilidades para irme donde fuese y ojalá pueda ser bueno para los dos en un futuro", indica.

Ahora, un central

Precisamente en la posición de central, en la que Víctor está consolidando con férreos cimientos su crecimiento día tras día, anda el Zaragoza algo tieso. Ayer, ante el Valladolid, hasta tuvo que actuar Lanzaro por las sanciones de unos y las lesiones de otros. "También estaba Goni y se le dejó salir, no es solo mi caso. No he pensado en eso. Bastante tengo con centrarme en Alcorcón", comenta el propio Laguardia.

Pese a los escollos que se ha encontrado en el camino, la energía del aragonés permanece impasible. "Lo ideal para mí siempre será jugar en el equipo de mi casa, como llevo soñando toda mi vida". Este verano, "la opción de quedarme siempre la tuve presente. Si el míster me daba una opción, por pequeña que fuese, me iba a quedar. A día de hoy estoy muy bien pero queda toda la segunda vuelta", explica.

El curso pasado, recién olvidados los 18 meses negros que su rodilla le había hecho pasar, Las Palmas se convirtió en su nuevo destino. Tenía la oportunidad de volver a ser futbolista, tras año y medio rodeado de gimnasios, máquinas de rehabilitación y trabajo en solitario. 25 partidos fueron el saldo de su primera aventura fuera de casa. Había cumplido el objetivo.

Mejor que nunca

Su segunda experiencia lejos del hogar le ha llevado a Alcorcón y está siendo aún más fructífera. Desde que llegó se convirtió en uno de los puntales que sostienen la grata sorpresa amarilla de Segunda, que no es el Villarreal. En el Alcorcón, cuarto clasificado en Segunda y que ha conseguido mutar en tiempo récord su papel de cenicienta de la categoría, ha disputado 20 partidos, todos ellos como titular, incluso ha hecho dos goles. Ya es Káiser en la periferia madrileña.

Con la salida de Raúl Goni, a principios del mes de enero, el Real Zaragoza se quedó sin jugadores aragoneses. Víctor, atendiendo a su emergente trayectoria desde que tuvo opción de volver a la dinámica de un equipo, parece el más indicado para romper esta estadística. Lo ideal, que la próxima pretemporada sea la última en la que su plaza en la primera plantilla esté en el aire. "No es muy habitual ver un Real Zaragoza sin canteranos. En las categorías inferiores se trabaja bien. El ejemplo lo tenemos en el filial, que ganó la semana pasada en el campo del Eibar. Pienso que hay mimbres para que veamos gente de la casa pronto arriba. Siempre la ha habido y siempre la habrá", defiende.

Sábado tras sábado, el fútbol de Víctor Laguardia se hace grande y a cada paso hacia adelante, la Segunda División se le hace más pequeña. Su proceso de cocción va por buen camino. Olvidados, aunque en la memoria para aprender de ellos, los percances del pasado, Alcorcón es una escala necesaria para poder dar el gran salto de su carrera. Con el rendimiento que está ofreciendo, el trasbordo con dirección a Zaragoza no debería demorarse demasiado.