Antonio no sabe explicar si es un día de alegría o de tristeza, pero apenas le salen las palabras cuando quiere interpretar lo que siente: «Las dos cosas». «Y...». Y nada más. Intenta arrancar dos veces, contar lo que han supuesto estos 42 meses sin su hijo, pero la emoción le embarga. Antonio es el padre de Raúl Alcaide, el joven de 21 años que falleció de muerte súbita durante un partido de Primera Regional en el terreno de Ranillas, donde ayer volvió para ver cumplido su sueño: los 28 campos municipales de fútbol de Zaragoza ya tienen un desfibrilador semiautomático y un maletín de reanimación cardiaca. En todos se pueden salvar vidas. «Esa es mi gran ilusión», dice Antonio, que ayer cerró el doloroso círculo que se inició el 14 de noviembre del 2014.

El Ayuntamiento de Zaragoza ha invertido 42.563,40 euros en la adquisición de materiales y once cursos de formación oficial para 88 alumnos, destinados fundamentalmente a las personas que se encargan de gestionar los distintos campos. A principios de julio, todos los clubs contarán ya con personal capacitado para utilizar los desfibriladores. Podrán salvar la vida de cualquier persona que se encuentre en una situación de parada cardiorrespiratoria, el objetivo último de esta iniciativa que nació de Antonio Alcaide y ayer presentó el concejal Pablo Híjar en Ranillas.

«Desde que falleció, en seis meses hubo otros tres incidentes en Zaragoza: un jugador del Stadium que lo sacó adelante un padre, el portero del San Juan en Jesuitas y el fallecimiento de Jaqués en Gallur. Me di cuenta de que ninguna administración decía nada y pensé que habría que hacer algo. Me planteé hablar con el Ayuntamiento de Zaragoza y con la Policía Local y, además, mandé un escrito a las Cortes. Mi sorpresa fue que donde más problemas me encontré fue aquí, pero en el ayuntamiento se pusieron a mi entera disposición desde el primer día», cuenta Alcaide, feliz porque «ya tenemos 28 campos» protegidos. «Los campos y sus alrededores. Hay un presupuesto, además, para que la Policía Local lleve un desfibrilador en los coches patrulla».

La Asociación Española Contra La Muerte Súbita José Durán fue la que le abrió los ojos al padre de Raúl poco después de sufrir la muerte de su hijo, que militaba en el San Andrés. «Fue un incidente parecido al de Feher, ese jugador que cayó en Portugal cuando estaba de entrenador Camacho. Se cayó redondo, intentó levantarse y volvió a caerse. Yo no estaba ese día en el campo, pero hubo muchos problemas desde el principio. Dicen que tardó la ambulancia unos 20 minutos, y que la primera que llegó no llevaba desfibrilador ni nada. Tuvieron que llamar a otra, que tardaría otro cuarto de hora seguro... Se juntó todo».

El tiempo es la clave y el motivo de debate. Entre los futbolistas y los clubs tienen claro que salvarán vidas. En caso de parada cardiaca, los primeros minutos son fundamentales para salvar al paciente. Según los médicos, por cada minuto que pasa, las probabilidades de sobrevivir disminuyen un 10%. Con la iniciativa de Antonio aumentan. Se salvarán vidas, seguro. «Con una me conformaría».