Desde que se fue a vivir hace tres años a la residencia Blume de Madrid Mariya Roshchyn ha dado un salto de calidad en su trayectoria deportiva. Hace dos años se llevó el bronce de los 400 vallas en el Campeonato de España. El año pasado fue la segunda y el domingo en la pistas gijonesas de Las Mestas se convirtió en la reina de España a punto de cumplir los 21 años.

Roshchyn era la favorita de una final que contaba con otras dos aragonesas, la oscense Alicia Leyva y Elisa Cortés. La atleta del Playas Castellón pudo con la presión de su favoritismo. «No tenía ninguna presión. En las semifinales tuve más tensión porque son vallas y no sabes lo que puede pasar. Pero en la final no tenía nada que perder y lo di todo», dice.

La jacetana ganó con un tiempo de 59.68 y dejó a siete décimas a Sonia Nasarre. «Salí controlando porque había mucho viento en contra en la contrarrecta. Salió a tope Laura Sotomayor, pero esos ritmos no los controlo. La conozco y sabía que pincharía y la cacé a 100 metros de la meta. Al final di el último acelerón y me supe defender bien», explica.

Roshchyn es un atleta con una magnífica estampa. Alta, rubia, delgada, con una zancada amplia, pasa las vallas con soltura. «Hice 15 zancadas hasta la cuarta valla. Cambié a 16 porque hacía mucho viento y la última valla la hice en 17 pasos. Creo que interpreto bien la partitura de las vallas. Tengo una rítmica con la que me puedo defender bastante bien y no me importa con qué piernas pasar». Aunque reconoce que su talón de Aquiles es «pulir la velocidad y la potencia. Tengo fibra lenta y no soy rápida».

Su imagen le delata como una atleta de Este de Europa. «Toda mi familia es rusa. Eugenio y Elena, mis padres, vinieron a Jaca. Al final de su carrera deportiva mi papá fichó por el Club Hielo Jaca. Allí nací y allí nos quedamos. Ahora mi hermano Alexey está en Zaragoza y es árbitro de hockey», asevera.

La atleta del Playas de Castellón sumó su medalla para la Federación Madrileña, aunque sea aragonesa por los cuatro costados. Tiene muy claros los motivos de su cambio de ficha. «Decidí cambiarme de federación porque había una serie de criterios que no me convencían de la Federación Aragonesa y del Gobierno de Aragón. Es por la falta de becas y de ayudas en Aragón. Pero nací en Jaca y eso no me lo quita nadie», reconoce.

Grupo de entrenamiento

Se entrena con el grupo de vallistas del veterano técnico Jesús Álvarez en la residencia Blume. «Es un grupo de una veintena larga de jóvenes atletas entre los que destacan Sergio Férnandez. Javier Donés, Susana Alonso o Ruth Peña», afirma.

Roshchyn va a comenzar el curso que viene cuarto de Medicina. «Me lo tomo en serio y soy muy buena estudiante», reconoce. Se ha adaptado perfectamente a la vida madrileña. «Me gusta mucho la variedad de gente, que es muy cercana. Tengo amigos que son como mi segunda familia en la residencia. Lo único que no me gusta son los atascos. Es una ciudad grande y es lo que hay. Pero lo único que le falta es playa, como a Jaca».

A sus grandes virtudes como estudiante y como atleta une su realismo de cara al futuro. Maryia no echa las campanas al vuelo con su triunfo en Gijón y tiene los pies en el suelo. Está a tres segundos de la mínima olímpica en los 400 vallas. Pero no niega que su gran meta son los Juegos de Tokio. «Vivo el día a día y todo se irá viendo. El deporte es un tema de lesiones y de cabeza. Yo voy siempre a lo máximo. Si va bien, genial. Pero no me agobio por nada. Tengo que bajar tres segundos para correr los Juegos, pero no hay nada imposible», concluye la oscense.