En una breve revisión al pasado personal y colectiva, Luis Enrique y el Barça se reencuentran con Mourinho (2.00 horas, TV-3). Después del Manchester United, al Barça le examina el Chelsea, campeón de la Premier y representante de la competición que ocuparía el segundo lugar en el teórico escalafón jerárquico del fútbol europeo si se considera la Liga el mejor campeonato.

Sin puntos ni eliminatoria por los que jugar, el índice de crispación debería reducirse a cotas casi inexistentes. El Chelsea llega de ganar en los penaltis (6-5) al París Saint Germain y el reencuentro Barça-Chelsea se extiende también a Cesc, coetáneo de generación de Piqué (28 años), de nuevo frente a frente. Ya había sido rival con el Arsenal en su anterior pasado azulgrana, y ahora vuelve a serlo con los colores del eterno rival londinense de su exclub. Disfrutando de una evidente sintonía, Cesc se ha convertido en el referente del fútbol asociativo que nunca ha caracterizado a los equipos del portugués. La otra conexión, también de rivalidad, es la de Vermaelen, que conoció las trifulcas entre Mourinho y Arsène Wenger en el Arsenal. Ahora escucha "algunas historias en el vestuario" del Barça de la inaguantable tensión que activó Mou en la era Guardiola. "Solo sé que prepara muy bien los partidos, que es muy bueno tácticamente y que quiere ganar siempre", añadió Vermaelen.

Contratado por Florentino Pérez para ser el antídoto que atajara el inicio del Barça que despuntaba, Mourinho cosechó tres títulos con el Madrid. Dos años han transcurrido desde la marcha de Mourinho y una de la de Cesc. La paz parece haberse establecido. Tal vez se deba a la mala salida que tuvo el técnico del Bernabéu. La enemistad con el Barça comenzó antes. Mourinho empozoñó la relación en su primera época en el Chelsea, cuando acusó al Barça de querer influir sobre el árbitro sueco Anders Frisk. Hoy solo es un partido amistoso.