Rara es la vez que un personaje triunfal dentro del mundo del deporte no es poseedor de una historia marcada por el esfuerzo y el sacrificio. Nuria Mallada es un ejemplo de brega, entrega y fervor por alcanzar sus metas, pero por partida doble. Fue una chica de talento prematuro, con apenas cinco años dedicaba los domingos junto a su padre José Luis a pescar en el lago de El Temple, su pueblo ubicado en la geografía oscense. Su afición por la pesca proviene de su padre, también un amante de la caña, aunque también manifestó una temprana pasión por el deporte rey en España.

«Comencé a dar mis primeras patadas a un balón en la plaza del pueblo junto a mi hermano y los vecinos». Nuria es una deportista que se ha curtido entre campos de grava, tardes al sol en la balsa de su tío y porterías pintadas en la pared. «Todo comienza siendo un hobby, después avanzas a torneos regionales, luego nacionales y acabas planteándote si quieres dedicarte a esto de forma profesional. Yo elegí seguir con ambos deportes, aunque me exigiera un gran esfuerzo», asegura la deportista aragonesa.

Nuria contó con el apoyo de sus padres, un soporte indispensable para cumplir todas aquellas metas que anhelaban por alcanzar. «Mis padres tenían que coger parte de sus vacaciones para poder ayudarme con las competiciones y llevarme a los sitios que correspondía». La aragonesa tuvo que compaginar ambos deportes con sus estudios académicos, para la jugadora supuso «un gran trabajo sacar tiempo para todo, pero cuando te apasiona lo que haces todo es más sencillo».

Nuria Mallada compite en dos deportes totalmente distintos. La colectividad del fútbol se contrarresta con la soledad de la pesca, donde eres tú y tu equipo, nada más. «Tienes que saber ser autosuficiente, en la pesca dependes de ti mismo, mientras que en el fútbol te puedes apoyar en tus compañeros», matiza la deportista. Hace unas semanas se proclamó campeona del mundo por equipos de pesca en Hungría, donde derrochó sudor y lágrimas para finalizar el campeonato bañada en oro. La pesca es un deporte que te lleva al límite, exige un gran poder mental para aguantar situaciones de alto desgaste. Nuria tuvo que competir con una caña de once metros y medio que «tenía que sacar tres veces por minuto a una mucha velocidad. Eso, sumado a los 40 grados que hacía en el lago durante la prueba, lo convirtió en todo un reto». Nuria Mallada sufrió ampollas, quemaduras y hasta heridas en las manos por los pinchazos que produce la piel de los peces gato, «encima te inyectan veneno y te condiciona para las cuatro horas que dura la prueba». Heridas que no se podían curar durante el trascurso del test. «Teníamos que aguantar y esperar al acabar», asegura.

La siguiente parada es el Campeonato de España de pesca que tendrá lugar en Badajoz. Para estar presente en esta cita deberá realizar una auténtica odisea por la península. Partirá desde Zaragoza para hacer escala en Valencia y coger parte del equipo necesario. De ahí se marchará a Badajoz y, tras disputar el campeonato, pondrá rumbo a Madrid, donde el Zaragoza CFF jugará contra el Madrid CFF. Un desplazamiento que refleja la trayectoria de Nuria durante estos años. «En el deporte, como en la mayoría de los aspectos de la vida, es imprescindible dedicar esfuerzo y trabajo. Si no es muy difícil poder salir adelante», explica la delantera y capitana del club de fútbol femenino zaragozano.