Dijo hace unos meses Víctor Muñoz que Toño Longás debería estar jugando en el Real Zaragoza y no en el Sabadell. La declaración del técnico sonó como un trueno, como una advertencia para el club, que perdió el camino y el criterio en la selección de futbolistas hace ya unos años. Sigue siendo así, al parecer. Esta vez lo intentó, todo sea dicho. Habló con el exzaragocista durante el verano para buscar una fórmula de reconquista. No hubo manera. Ya se sabe que no hay chufletes sin dineretes, y el Zaragoza ni tiene una, ni le dejan gastar. Así que el mejor futbolista del partido ante el Sabadell fue un aragonés crecido en la Ciudad Deportiva. Había unos cuantos de esos ayer en el campo, pero el que sabe hacer diferencias, al menos de momento, lo tenía el rival.

No sería cualquier cosa Longás en este Zaragoza rudo y tozudo, que se coloca largos ratos mal en el campo y toma peores decisiones. No sabe tener el balón, tampoco halla un perfil combinativo entre sus futbolistas. Ayer, a excepción de Galarreta y Dorca, en la zona de creación y materialización juntó a unos cuantos individualistas (Eldin, Diego Suárez, Javi Álamo o Willian José) y un finalizador, Borja Bastón, que fue el único que cumplió con su papel, el gol. El resto fue descontrol, el propio de un equipo, diríase un club, que anda en obras. La reestructuración es tal que entran y salen jugadores, suben y bajan, a tal velocidad que la gente en la grada no se atreve a asegurar que cada quien es cada cual.

Ayer apareció Nieto, y bien. Tiene una pinta estupenda, aunque su entrada anuncia a la vez los males que va a sufrir el Zaragoza durante la temporada. Se le han caído dos jugadores por lesión, solo dos, Jaime y Pedro, y se ha quedado compuesto. O descompuesto, para el caso. Víctor no tiene otros con los que sustituirles, literalmente. Le toca recolocar lo que tiene, como ya hizo ayer con Diego Suárez, o mirar al filial, como también hizo. Pero el asunto no funciona. Eldin es de fondo corto, así que la banda se le hace inmensa. Y a Suárez, directamente, se le afea el fútbol en los costados. Los mejores ratos de ambos fueron en medio. El equipo, obviamente, necesita no solo gente acostumbrada a moverse cerca de las líneas laterales, sino que sea capaz de poner cierta pausa.

No es casi nada este Zaragoza, incapaz de ganar aunque le pongan el partido en bandeja. Mereció empatar el Sabadell, dirían después. Más parece que el Zaragoza desmereció todo, hasta el punto final. Vallejo, un chaval de 17 años, fue el mejor de su equipo, con ese aspecto saludable y de inequívoca seguridad. El del partido quizá fue Longás, que salía de una lesión y se llevó la ovación de la tarde. No es la primera vez que pasa en los últimos años en La Romareda, que ayer empezó a poner peros en su modo apoyo total. Se oyeron cuatro pitos y más de un murmullo. En fin, que no fue lo del Osasuna. Con razón. Sin fútbol, la ilusión dura lo justo, unos 15 días.

De cara al exterior se transmite calma, pero hay inquietud. Mucha gente nueva, más y más chavales, un equipo que no arranca. Diríase que cada jornada va hacia atrás, tampoco se acaba de encontrar una idea... Y cero de cinco.