Si tenía que llegar un día de calma al Giro, un día de aparente relajación, solo podía ser este miércoles, en la última jornada de la ronda italiana sin puertos ni obstáculos en el camino. Se trataba, simplemente, de una jornada para que los líderes, los que luchan por la victoria final, encabezados por la maglia rosa, Steven Kruijswijk, recuperasen fuerzas antes de la batalla final, que se inicia este jueves tanto en la subida como en la bajada al puerto de Pramartino, cerca de Pinerolo, una bajada que se hizo famosa en el Tour del 2011, cuando algunos corredores, como el jersey amarillo Thomas Voeckler, se salieron en una curva penetrando en el porche de una casa.

Por eso, el último día de aparente tranquilidad solo podía tener como destino una llegada masiva, aunque el alemán Roger Kluge, vencedor de la 17ª etapa, tuvo que romper el esprint final, la clásica volata del Giro, para tomar unos pocos metros al pelotón y obsequiar a su equipo, el IAM, que desaparece a final de año si no encuentra un copatrocinador, con la primera victoria en una de las tres grandes del calendario mundial. Alejandro Valverde mantuvo sin problema la tercera plaza de la general. Atención especial merece la llegada de este jueves a Pinerolo, pues aparte de la subida y bajada al Pramartino, aparecen 500 metros con adoquines y rampas máximas del 20% a dos kilómetros de la meta.