El monoplaza se siente como una pluma descargado de peso, solo hay gasolina para esa vuelta, neumáticos para un giro, un solo intento... ahí se acaban las ventajas. No hay más rivales, ni adelantamientos, ni estrategias; es el piloto contra el crono, nada más, es un momento mágico de poco más de un minuto que mide la velocidad pura del conductor. Hay alguien nacido en la localidad inglesa de Stevenage hace 32 años que resulta casi místico en ese momento. Lewis Hamilton ha batido todos los récords históricos en clasificación. Este año superó las 65 poles de Ayrton Senna, las 68 de Michael Schumacher. En Suzuka sumó ayer la 71ª. Y no será la última. Es el indiscutible rey de la velocidad pura.

«Es el piloto más rápido en la F-1, tiene una velocidad extrema, y cuando hace una vuelta rápida, es el maestro», dice el tricampeón Jackie Stewart. Jenson Button conoce bien a Lewis. Compartió box en McLaren con él, del 2010 al 2012. «Lewis es quizá el más rápido de la historia en clasificación. Cuando era su compañero y, de repente, era tan rápido, te preguntabas ¿cómo lo hace?»

«Es una bestia frenando, pero no es solo eso: simplemente es capaz de ir rápido desde el primer segundo de la crono, con cualquier coche, en cualquier circuito, con sol, nubes o bajo la lluvia», explica Pedro de la Rosa, excompañero en McLaren del rey de la velocidad, la que su padre, Anthony, intuyó al bautizarle con el nombre de Lewis Carl en homenaje al fenomenal velocista americano, el Hijo del Viento.

Desde que hace tres semanas firmó su contrato con la escudería Renault F-1, Carlos Sainz júnior solo pensaba en acabar la temporada para subirse al coche de la escudería francesa. Pero para debutar con la escuadra francesa no tendrá que esperar tanto. Renault y Toro Rosso han llegado a un acuerdo para que Sainz se vaya ya. Conducirá con la firma del rombo en el próximo GP, el fin de semana del 22 de octubre en Austin (Texas, EEUU).