--¿Le sigue gustando el fútbol?

--Estoy muy desvinculado desde siempre. Veo al Zaragoza porque me gusta. Bueno, me gusta. Me gusta lo que es y lo que significa. Y nada más, no veo muchos partidos de fútbol.

--Abandonó el fútbol en 1978, pero en invierno y no en el Zaragoza. ¿Cómo fue?

--Cuando acabé aquí, me fui al Terrassa, pero solo estuve hasta diciembre. Hubo unos problemas monetarios y me vine.

--¿Nunca más se ha movido?

--Sí. Estuve retirado dos o tres años y luego aún jugué un par de años en el Sabiñánigo. Allí fue donde mejor me lo pasé de toda mi carrera.

--¿No le llamaba la atención ser entrenador?

--A mí del fútbol lo que me gusta es jugar. Saqué el primer nivel del título de entrenador. Íbamos dos o tres compañeros juntos y lo saqué, pero no me gusta ser entrenador. Hay que ser de una forma especial. Si tienes familia, hijos... Llevártelos de un sitio a otro, y luego a otro, y a otro. Y luego entiendo que es difícil llevar a los chicos. A los jugadores de fútbol se les trata como si fueran hombres cuando, con 20, 22 o 24 años, son chicos.

--¿Cómo comenzó a jugar?

--Yo llegué al fútbol de casualidad. Ni jugué en juveniles ni nada. Yo jugaba en la playa y, por lo que se ve, lo hacía bastante bien. De allí me sacaron. Un día me llamó el Luarca de Tercera para ver si quería ir a jugar contra el Avilés, que era como el Madrid de la categoría. "¿Cuánto me dais?", les pregunté. Y me dieron 250 pesetas por jugar un partido con ficha falsa. No se podía jugar hasta los 18 años y yo tenía 17. Me tuvieron que dejar las botas, una del 39 y otra del 40. El caso es que empatamos y al domingo siguiente me llamaron para jugar contra el Caudal de Mieres, que era como el Barcelona. Les ganamos 4-1, metí dos goles... Y así seguimos.

--¿A 250 por partido?

--Sí. De aquellas pesetas eran bien buenas. Esto fue en octubre y en febrero vinieron varios equipos a buscarme, entre ellos el Madrid. Y me marché allí.

--¿Cómo le fue?

--Estuve un año en el amateur, dos en el Plus Ultra (el Castilla), fui cedido al Langreo, donde coincidí con Javier Planas, Rangil y Nieves, luego al Pontevedra y después ya vine al Zaragoza.

--¿No llegó a debutar con el primer equipo del Madrid?

--Sí, pero en partidos amistosos. Yo me quería marchar del Madrid porque quería jugar. Y luego resulta que de Madrid vinimos dos extremos derechos, Miguel Pérez y yo. Nadie se acuerda de Miguel Pérez. Yo creo que el Madrid no me quería dejar marchar, pero yo me puse cabezón, me quería ir. Yo ya tenía 24 años, veía a Amancio en los entrenamientos y... Pues como hoy el que esté de suplente de Ronaldo o de Messi.

--Si lo captó el Madrid tan joven, sería porque tendría unas facultades muy buenas. ¿No presume?

--No sé cómo jugaba, la verdad. Dicen que era muy rápido. A mí me gustaba mucho encarar al defensa y driblar. Mi mentalidad era que si me quitaba un contrario o dos de encima, descompensaba al rival. Antes no existía la palabra asistencia. Antes era llegar a la raya y centrar para que tu compañero marcara.

--¿Qué se encontró cuando llegó a Zaragoza?

--Llegué un 15 de agosto y empezaba la Liga a final de mes. Entrené poco más de un semana. Había sido campeón de España con el Madrid amateur en La Romareda, aparte de que el Zaragoza tenía en esa época un nombre y un caché muy grande. Fue un orgullo venir aquí.

--En las imágenes que quedan se ve que también le gustaba combinar de primeras. ¿Es así?

--Por supuesto. La mejor jugada era hacer la pared y que te la devolvieran en largo.

--Carriega también entrenó al Langreo. ¿Fue quien lo eligió para jugar en el Zaragoza?

--Puede ser. De aquel Langreo salieron siete u ocho chicos para Primera División. Yo con el que hablé fue con Avelino Chaves. Cuando vino a Pontevedra, me preguntaba por Plaza y yo le hablaba de cine de él. Pero resulta que a quien quería era a mí.

--Un zorro Avelino.

--No ha tenido el reconocimiento que se merece. Fichaba jugadores buenos y baratos.

--¿Se adaptó pronto?

--Todo fue más fácil con Nieves y Planas. No encontré ninguna cosa rara y enseguida me adapté. Me gustó y me gusta mucho Zaragoza.

--Los resultados le acompañaron desde pronto. ¿Ya se estaba gestando el equipo de los Zaraguayos cuando llegó en 1972?

--Estaba ya Ocampos. Hay que tener en cuenta que el Zaragoza acababa de ascender. El primer año quedamos octavos, creo. Luego ya llegó Nino, Pepe González, Diarte, Soto... Y lo bueno es que encajamos como equipo. Empezamos a jugar de oído. Cuando yo llegaba a la raya de fondo para centrar, ya sabía quién entraba a rematar y dónde la tenía que poner. Nos apoyábamos y éramos un equipo.

--¿Cuánto de particulares eran los Zaraguayos?

--Eran especiales. Dentro del campo eran unos ganadores y lo transmitían, además de buenos jugadores. En los entrenamientos te podías pegar con ellos por un balón. Eran tremendos, sobre todo Felipe (Ocampos). Eran otros tiempos. Entonces, si no te la daban, te volvías y le decías cuatro cosas. Era lo normal. Luego entrábamos en el vestuario y no pasaba nada.

--En su segunda temporada ya fueron terceros y en la tercera, segundos. ¿Qué le queda grabado?

--El 6-1 al Madrid, claro. Ese está grabado hasta en vídeo (risas). Luego me acuerdo mucho de un partido que jugué muy bien, contra el Grashoppers (6-11-74).

--¿Qué recuerda del día del 6-1 en La Romareda?

--Me acuerdo de que cada vez que llegábamos a su área metíamos gol. Ellos tenían un equipazo impresionante, pero cada vez que la perdían, les marcábamos. Tuvo mucho eco también ese resultado porque fuimos el primer equipo que le metía una goleada al Madrid. Y bien metida, además.

--¿Se identifica con algún futbolista de hoy en día?

--No. Los extremos han desaparecido. Hablan mucho los entrenadores de abrir el campo, pero si luego no tienen jugadores que driblen y se vayan del contrario.... De esos quedaba Navas, que ya tampoco se va.

--En el Zaragoza está Jaime.

--Sí, es cierto. Por lo menos intenta irse, busca al contrario.

--En La Romareda fue imprescindible durante varias temporadas. ¿Se sintió importante?

--No, uno más. Es verdad que no era fácil jugar tantos años como titular en un equipo como era ese Zaragoza. Al extremo izquierda, por ejemplo, siempre lo cambiaban. Yo coincidí con unos cuantos. Leirós, Soto, Simarro...

--¿No le criticaba la afición?

--Sí, sí, sí. La afición aquella no tiene nada que ver con la de ahora. Recuerdo partidos de estar ganando 3-0 y meternos unas pitadas impresionantes. Ahora eso no pasa, todo es color de rosa.

--Sin embargo, son muchos los futbolistas que se han quejado en los últimos años de que La Romareda es muy dura.

--¡Bien! Antes la afición sí que era muy exigente, también porque estaba acostumbrada a ganar.

--¿Con quién se entendía bien en el campo?

--Con todos. Con Arrúa, con Rico, que también subía mucho, con Castany... Este era el que más me engañaba, porque me hacía gestos con la mano para que me abriera y luego aprovechaba el carril interior para meterse él.

--En la temporada 75-76 bajaron el nivel en la Liga, pero llegaron a la final de Copa, la gran oportunidad de aquel equipo de haber ganado un trofeo. ¿Pasaron muchas cosas raras en ese partido?

--A esa final llegamos destrozados. Planas y Violeta no pudieron jugar por lesión y el árbitro también tuvo que ver. Aquella final fue rara. No se sabía si era la Copa del Generalísimo, del Rey... En el campo estaba el Rey, pero en el banderín ponía Copa del Generalísimo, lo recuerdo.

--¿Fue un mal partido?

--Yo creo que merecimos ganar, pero no nos salió buen partido. Ese Atlético era muy perro. A mí me marcaba Panadero Díaz y nada más salir me metió un codazo en el estómago que me sacó todo el aire. Me sacó del partido porque yo ya solo pensé en devolvérsela.

--La temporada siguiente supuso el ocaso. ¿Fue aquella lucha entre Arrúa y Jordao la causa?

--Sí. El equipo se dividió en tres partes. Estaban los zaraguayos; los de Jordao, que estaba con Irazusta, Castany y Planelles; y los nacionales, que éramos Planas, Violeta, Royo y yo. Ahí dejamos de ser equipo. Por eso nos fuimos a Segunda.

--Contaba Avelino que él había hecho ese equipo pensando que podían ser campeones de Liga.

--Sí. Jordao era o sería un buen jugador, pero no encajaba en nuestro sistema. Fuera de casa se ponía detrás de Nieves y en La Romareda bajaba al centro del campo, hacía tres regates y le daban unos aplausos increíbles. En fin, que no encajaba. Nos fuimos separando, se agotaba el ciclo...

--En Segunda División jugó menos. ¿Por qué?

--Sí. Es que con Arsenio... Bueno, dejémoslo en que subimos.

--¿Cómo veía el fútbol Arsenio Iglesias?

--Pues no lo sé (risas).

--¿Intuyó que terminaba el fútbol?

--Sabía que se había terminado.

--¿Se pudo ir tranquilo?

--Por supuesto que estás más tranquilo dejando al equipo en Primera, pero sientes tristeza. También la mayoría de compañeros ya no estaba, el equipo estaba cambiando y, quieras que no, la ilusión no era la misma.

--¿Cuánto ha cambiado el fútbol desde aquel año 78 que se marchó Rubial?

--Muchísimo. Hay cosas que no entiendo, como eso de que ahora la mentalidad tiene que ser mantener la portería a cero. Para mí hay que meter un gol más que el contrario. Y si me meten tres, meter cuatro. Lo otro es ya todo tan táctico y los chicos ahora son tan obedientes...

--¿Antes eran más díscolos?

--Digamos que había gente que sabía mandar, que tenía genio. Ahora son muy buenos chicos, demasiado.

--Usted también era obediente. ¿O acaso no corría detrás de los laterales?

--Claro, claro. Había que marcar también. Lo que pasa es que entonces, si al lateral le metías dos carreras, ya no se movía.

--¿Es mejor el fútbol ahora?

--Lo tendría que decir el espectador. ¿Yo me divierto más que antes? No. Hay cuatro partidos buenos al año. Hay muchos partidos que cuesta verlos.

--¿Con qué jugador se queda?

--Con Planas y con Violeta. Planas tuvo muy mala suerte, se lesionó muy pronto, cuando iba a explotar. Era listísimo y dominaba él solo el centro del campo.

--¿Un rival?

--Cruyff.

--¿No lo duda?

--Nada. Cruyff tenía tres velocidades. Si te acercabas un poco, ponía segunda; y si te acercabas más, ponía tercera; y luego se paraba a la misma velocidad.

--¿Va a La Romareda?

--No. Lo veo por la tele. En La Romareda sufro mucho. Hay que tener mucha paciencia. Lo que tiene por delante es complicado. Esto no es a medio plazo, es más. Hay que subir a Primera, mantenerse... Bueno, creo que la promoción esa la jugaremos.