Todo el que vio el partido de Soria contempló lo que sucedió, imposible esconderlo. Podría haberlo hecho de cualquier otra manera, que el fútbol tiene mil escapatorias, pero lo hizo como lo hizo. Luis Milla explicó lo que le había sucedido al Real Zaragoza contra el Numancia en el peor partido de la Liga utilizando argumentos inquietantes: decaimiento, abatimiento colectivo, falta de carácter, de reacción y de respuesta del grupo frente al primer inconveniente. Por clasificación, el Real Zaragoza está en una posición acomodada, sexto. Por sensaciones, nivel de juego y perspectivas, salvo rápida solución de los problemas, el equipo salió de Soria en un lugar peor.

En este punto regresa hoy a los entrenamientos y enfila la semana deportiva que desembocará el sábado en la octava jornada de Liga contra el Córdoba. La coyuntura ha venido así y Milla se enfrenta por primera vez a una situación de verdadera dificultad. La derrota frente al Numancia dejó a un equipo golpeado, no por el 2-1 sino por cómo se produjo: no hubo soluciones ni dentro del campo ni desde la banda, la abulia fue prácticamente generalizada sobre el césped y el desconcierto, absoluto.

Zaragoza es una plaza tan hechizante como enrevesada, con una idiosincrasia muy marcada y fantasmas viejos que pululan por La Romareda. Estamos ante el momento de comprobar cómo Milla gestiona esta complicada coyuntura, su respuesta táctica a los obstáculos que han aparecido en el camino, su determinación, su capacidad para tomar decisiones, su gestión del grupo, su carácter, su personalidad, su dominio de la escena y, principalmente, los resultados de las medidas que adopte, pata principal para un club que no tiene futuro si el presente no funciona.

Estamos ante el momento de comprobar la fuerza mental del entrenador, su aptitud para liderar, para convencer a los futbolistas, para ser el capitán al que siguen sus marineros, para conseguir que la imagen de los Pajaritos no se vuelva a repetir. Que el equipo gane, empate o pierda, pero que siempre quiera ganar y dejarse el alma en el intento. Estamos ante el primer momento para verificar la altura de Milla. De constatar si le dan miedo los fantasmas o si los asusta. De saber si Luis Milla es de Teruel y también de Canterville.