Una vez más, el CAI Zaragoza pasó de un extremo a otro en cuestión de una semana. De perder dos partidos seguidos por más de 30 puntos a ganar donde aún no lo había hecho nadie esta temporada. De mostrar una actitud relajada a ofrecer una imagen de equipo. De aparentar dar por finalizada la temporada a mantenerse vivo en la lucha por el playoff. De los reproches a las felicitaciones. Así es este CAI, capaz de lo mejor y de lo peor de una jornada a otra, instalado en una montaña rusa permanente esta temporada.

El equipo aragonés salió airoso de la prueba en el Martín Carpena, donde no solo se examinaban sus capacidades para acabar entre los ocho primeros sino, sobre todo, sus aptitudes para conseguirlo. Reaccionó como debía hacerlo el CAI, con una buena actitud y una mejor victoria, aunque para ello necesitara una semana tensa, de declaraciones duras, de un serio toque de atención de su entrenador. Con la respuesta ofrecida el domingo, el equipo dio la razón a Joaquín Ruiz en sus acusaciones tras la derrota ante el Barcelona. El problema no tenía que ver tanto con el baloncesto como con la motivación y disposición del equipo. Otra cuestión es que lo ideal hubiera sido no alcanzar ese punto y eso no es responsabilidad exclusiva de la plantilla.

El camino no ha sido ni el más recto ni el modelo a seguir, pero el equipo ha vuelto a rehacerse sobre la marcha, a enfocar su objetivo tras haberlo desviado por completo. Nada nuevo, aunque la tendencia parece haberse agudizado esta temporada en la que el CAI, más renovado que nunca en verano, ha sido más imprevisible, menos fiable. Para lo bueno y para lo malo. Para ganarle los dos partidos al Bilbao o al Unicaja, líder durante muchas jornadas de la competición, y perder los dos contra el Estudiantes o el Joventut, por poner dos ejemplos.

Rendimiento desigual

Ha sido así en el rendimiento colectivo, en el juego como equipo, y también en el individual. No abundan los jugadores que hayan ofrecido un rendimiento sostenido a lo largo de todo el curso. Parecía que podría conseguirlo Marcus Landry, el más fiable y regular hasta el último mes, en el que sus prestaciones han descendido drásticamente. Ahora es Henk Norel el que parece mantenerse en un alto pico de forma en las últimas semanas. Pero han sido varios y repetidos los casos de jugadores que brillan un día y desaparecen al siguiente. Que pasan de 20 puntos a 0 en siete días.

Un buen ejemplo está siendo Chris Goulding. Su primera temporada lejos de Australia ha estado llena de altibajos. De quedarse con 0 puntos y valoración negativa a anotar 20 puntos para, una semana después, volver a quedarse a 0 y con -11 de valoración. Ante el Barcelona fue de lo poco salvable, tanto en actitud como acierto, y en Málaga volvió a destacar. Seguro desde el inicio en sus lanzamientos, acabó con 16 puntos --solo superado por Jelovac, al que el Unicaja mandó al final al tiro libre una y otra vez-- y 26 de valoración, su mejor marca que le coló en el quinteto ideal de la jornada.