Un amigo es un amigo. No hay kilómetros ni colores que distancien a un colega de cañas. Bien lo sabe Juanjo López, que ya puede ir agenciándose un mapa de Zaragoza y trazar una nueva ruta de tapas. La Latina para muy lejos. Se le ha ido su Rafa de Magariños, pero ¿y qué? Por eso se cogió a la familia y a la cuadrilla y enfiló la A-2 siguiendo a Vidaurreta. "No me iba a perder su debut. Y vendremos siempre que podamos", dijo este demente de corazón y, desde ayer, rojo de sentimiento. "Después del partido siempre se venía con nosotros a echar una caña. Rafa es muy grande", relató Juanjo orgulloso tras recibir el abrazo de su héroe al terminar el partido. "Sabía que estaban. Tenían el hotel reservado desde hace días", aclaró el jugador.

Ese es Vidaurreta. Esconde tras su barba de leñador a un hombre cotidiano y a un jugador batallador que se adueñó del popular corazón del Estudiantes. Sus incondicionales, la peña Rafa, le siguieron ayer hasta Zaragoza y entonaron el ¡Mucho Rafa, mucho Rafa, oe, oe! que desde ya entra en la banda sonora del CAI. Porque desde ayer, la Marea Roja tiene un nuevo ídolo en este hijo pródigo que daba la impresión que nunca se había ido, que siempre había jugado aquí, como si todavía fuera ese chiquillo que un día se apuntó a un operación altura del CBZ sin saber botar.

Algo ha aprendido desde entonces. Su debut fue un pequeño gran catálogo de sus aptitudes. Una lección de cómo defender sin las manos, con su poderoso físico, de cómo hacer hueco en el rebote, cómo correr la pista, cómo jugar sin balón, cómo bloquear y ofrecerse (y más si está ahí Angulo), de entender al compañero con cuatro entrenamientos y una mirada. "Es fácil con estos chicos. Y este ambiente te da energías", decía ayer Rafa, mientras saludaba a viejas caras conocidas: "Me siento como si estuviera aquí de vacaciones. Pero sé que no es así", dijo.

100% aragonés

14 puntos (5/6 en tiro) y un mate de rabia hablan de su hambre de balón, ese que olía poco en el Estu. Ahora lo quiere devorar, pero con sapiencia, sabiendo dónde está, qué tiene que hacer, aunque cometiendo faltas (fue eliminado) como impuesto de entrada a la LEB. "Al principio me he sentido algo raro después de cinco años jugando poco. Pero he empezado a correr y me he sentido mejor", comenta Rafa, madrileño de cuna y "aragonés al cien por cien", dice.

Cuando salió del pabellón, le aclamaron varias decenas de aficionados, el calor del hogar. Y ahí, entre tanto rojo, estaba Juanjo, esperando su cerveza.