El Himalaya no es solo conocido por las aventuras de Carlos Pauner. El mismo mes que el jacetano alcanzaba la cima del Everest, el deporte aragonés firmaba otro gran hito. Un grupo de diez barranquistas batía el récord mundial del desnivel más grande en el descenso de un cañón en el Runchet Khola, situado en la cara sur del macizo del Manaslu.

Estos espeleólogos-barranquistas comenzaron el descenso en la cota de 3.339 metros y terminaron en la desembocadura del río Budhi Gandaki, a 880 metros de altitud. El desnivel total es de 2.459 metros y el desarrollo de nada menos que once kilómetros. "Ha tenido repercusión mundial en el mundo de la espeleología y el barranquismo, pero en España no estamos considerados. Te juegas el pellejo explorando, sin posibilidad de rescate", dice Fernando Caro, el coordinador de la expedición.

Se emplearon siete días para su apertura. La aventura comenzó el 15 de abril y terminó el 15 de mayo. El grupo exploró una zona desconocida y aislada. El reto partió del ECH (Expedición de Cañones en el Himalaya). Este equipo ya tenía experiencia puesto que realizó exploraciones de barrancos en el 2010 y 2011 en el macizo del Annapurna. "Estas las hicimos en octubre, el postmonzón, cuando ha pasado el período de lluvias. Esta vez cambiamos la fecha porque es la época de estiaje. Para acudir a un cañón gigante hay que hacerlo cuando menos agua tiene", explica Caro.

Una semana antes, una avanzadilla viajó a Katmandú para realizar diferentes gestiones. Eran Mario Gastón, Juan Miguel Moreno e Ignacio Fernández. "Después nos unimos Amanda Díaz, Jesús María Ayúcar, Sanda Jabares, la médica, Verónica Sierra, José María Ponz, Rubén Acerete y yo mismo". Llevaron cien porteadores en lo que era una expedición pesada. "También cocinero y los dos guías. Llevamos todo lo importante por duplicado y 23 kilos a la espalda".

Desde Runchet lo primero que hicieron fue prospectar el cañón por fuera para encontrar su entrada y los puntos de seguridad. "Estuvimos explorando diez días y dentro del cañón equipando otros siete días. El récord del mundo lo tenían unos franceses, en el otro lado del macizo del Manaslu. Estaba en 2.300 metros y sabíamos que el Runchet Khola tenía potencia para un mínimo de 2.000 metros. La idea no era batir el récord, sino hacer un cañón grande, de envergadura".

Los senderos

Los accesos eran vírgenes y lo hicieron con los guías locales por bosques y laderas empinadas. "Los senderos son los rastros de animales, nada que ver con el Pirineo. Hay mucha vegetación. Los guías son máquinas y andaban mejor con chancletas. Ellos iban con el cuchillo cortando bambú abriendo paso por unos patios que te puedes matar y nosotros con los mapas", dice.

El primer tramo de 400 metros de longitud hasta el campo II lo hizo un equipo rápido de cuatro personas. "Lo hicimos en seis horas instalando los anclajes de metal. La roca es de las más duras del mundo. Son cuarcitas y mármoles". Descansaron en el campo I y organizaron los siguientes 800 metros de desnivel totalmente desconocidos. "Era una incógnita, no tenía escapatoria. Fuimos siete personas con dos equipos de cuatro y tres. El primero de la cordada instalaba y progresaba y el segundo topografiaba y recuperaba las instalaciones". En ese tramo se hizo un vivac. "El segundo día se concluyeron los 800 metros y se llegó al punto de seguridad a 2.400 metros, 700 por encima de Runchet". El resto del cañón lo hicieron desde el campo base. "Esa parte es lo mas comprometido al tener mucho caudal. Era lo mas expuesto, un cañón técnico de agua. Pasamos apuros". En caso de accidente, todo estaba muy planificado. "Dependíamos de nosotros. El helicóptero llega cuando estamos fuera del cañón".

La aventura terminó el 5 de mayo. También tenía carácter solidario. "Hemos aportado 2.000 euros para construir un aula nueva en la escuela de Runchet con tres o cuatro ordenadores y una fotocopiadora. Les dimos 600 lápices, mapas de Runchet y también donamos el botiquín médico al puesto de salud. Además, Sanda Jabares estuvo todo el mes en una consulta. Había colas con gente de todos los valles. Ha hecho unas curas increíbles", finaliza Caro.