Real Zaragoza

Moya, el único que lo juega todo. Toni sujeta el timón

El extremeño es el único jugador de campo que ha disputado todos los minutos de los siete partidos desde que Víctor Fernández está al mando

El mediocentro, el mejor en Butarque, se aproxima a su mejor versión para liderar la reacción de un Zaragoza en el que es pieza básica

Toni Moya, con el balón durante el encuentro del sábado en Butarque.

Toni Moya, con el balón durante el encuentro del sábado en Butarque. / CARLOS GIL-ROIG

Jorge Oto

Jorge Oto

Sin duda, Toni Moya es el jugador del Real Zaragoza al que más le ha beneficiado la llegada de Víctor Fernández, que no dudó en entregar al extremeño el timón de una nave a la deriva para que enderezara el rumbo cuanto antes. Y lo ha hecho pronto y bien. El mediocentro ha respondido a la confianza que el técnico depositó en él dando pasos de gigante hacia aquella versión del jugador al que el Zaragoza se entregó en verano para ejercer de jefe en la sala de máquinas y que apenas se había dejado ver en todo el curso.

Moya, fijo en el tramo inicial de un campeonato en el que el Zaragoza ganó las cinco primeras jornadas para colocarse líder, dejó de serlo conforme el equipo aragonés se adentraba en una crisis que acabó llevándose por delante ilusiones, esperanzas, dinámicas y dos entrenadores. El extremeño, preso de una inconsistencia anímica que convirtió su juego en impreciso y prescindible, se cayó con todo el equipo.

Pero la llegada de Víctor sacó a flote a otro Moya. De hecho, el centrocampista es el único jugador de campo del Real Zaragoza que ha disputado todos los minutos en los siete encuentros dirigidos ya por el técnico aragonés. Ha habido otros futbolistas fijos (Francés, Mesa o Marc Aguado a raíz de la lesión de Francho), pero solo Moya (además de Badía) ha estado siempre en el terreno de juego mientras Víctor daba instrucciones desde la banda.

Y es que la versión del extremeño es cada vez mejor. Repartió dos asistencias ante el Tenerife (3-1) y marcó un gol de bandera en Valencia frente al Levante (2-1) para anunciar el alumbramiento de un nuevo futbolista en un nuevo Zaragoza. Y su crecimiento, lejos de detenerse, sigue avanzando.

En Butarque fue el mejor. El galardón, compartido con Marc Aguado en una primera parte notable de ambos, quedó claro cuando el canterano se vio obligado a quedarse en el vestuario en el descanso por culpa de lo que parece una pequeña lesión muscular que amenaza con dejarle fuera de combate unas semanas y con privar a Víctor de una de sus piezas básicas. Grau, relevo de Marc en el intermedio en Butarque, emerge como alternativa para componer una nueva medular.

La brújula

Y ahí seguirá ejerciendo Moya de brújula. En Leganés, el extremeño comenzó el duelo algo errático en la entrega, pero no tardó en rehacerse para erigirse en el mejor aliado del balón. Con conducciones capaces de eliminar rivales, pases en ventaja para el adversario y determinante en la construcción, Moya puso el criterio. Y el guante, porque el mediocentro también llevó peligro a balón parado, herramienta en la que es el principal especialista de un equipo al que, sin embargo, le sigue costando mucho más hacer daño desde las alturas del que recibe de los oponentes. En Butarque, Miguel de la Fuente volvió a dejarlo claro al adelantarse a un frágil Lluís López para marcar de cabeza y poner a los madrileños por delante.

Pero el Zaragoza, ya sin el lesionado Marc pero con un Moya cada vez más omnipresente, resurgió. El extremeño, notable también en trabajo, ayudas defensivas y muy mejorado físicamente, sostuvo a un equipo al que llevó de la mano hacia la esperanza. Incluso, estuvo a punto de ser el autor del tanto del empate, pero se topó con la inspiración de Diego Conde, que desbarató dos disparos envenenados de Moya que parecían destinados a la red. Uno, magistralmente ejecutado desde el costado y buscando el poste derecho del marco pepinero, y el otro mucho más cercano pero resuelto con la misma eficacia por el meta, mucho más acertado que Mesa, que mandó el rechace fuera con todo a su favor a puerta vacía.

Pero, más allá de la productividad: un tanto y dos asistencias en 33 partidos (26 de ellos como titular), la trascendencia de Moya es incuestionable en un Zaragoza renovado desde que Víctor tomó las riendas. Lo juega todo y cada vez mejor para advertir que, quizá, lo peor ha pasado ya. Con 26 años y una temporada más de contrato con el Real Zaragoza, el mediocentro es, seguramente, el ejemplo más claro de la recuperación, con Víctor, de jugadores que vinieron para ser líderes y que fracasaron en el intento. 

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