A punto de cumplir 30 años, Nikola Dragovic disfruta de la experiencia en el octavo país diferente en el que vive desde que decidió salir de Serbia con 17 años. «Toda mi familia jugaba a baloncesto, así que empecé con nueve o diez años y estuve en Serbia y Montenegro hasta los 17 años. Entonces vino a reclutarme el entrenador de la Universidad de Los Ángeles y pensé, bueno, voy a Estados Unidos, voy a estudiar y a jugar». Y allí estuvo cuatro años, hasta que no entró en el draft del 2010 y empezó su carrera por Europa con San Petersburgo como primera parada.

De esos años de primeros pasos en el mundo profesional conserva varios amigos. El más cercano es Milos Teodosic, uno de los grandes talentos del baloncesto europeo de las últimas décadas. «Fuimos compañeros de habitación en las categorías inferiores de la selección. Nos conocemos desde 1999, cuando teníamos 18 años», recuerda. Siguen en contacto. «Estuve en su boda el pasado verano, fue divertido. Está en mi ciudad, en Los Ángeles, así que me llamó para preguntarme cosas y pedirme consejo». Teodosic ya desbordaba calidad en aquellos años. «Siempre ha tenido un gran talento y, además, tenía la determinación de hacer una gran carrera. Y la ha hecho».

En Los Ángeles hizo otro amigo que, además, fue su profesor de inglés, Russell Westbrook. «Fue mi compañero de habitación en mi primer año en LA y en ese momento no sabía ni una palabra de inglés, fue él quien me enseñó cómo entender al entrenador, al staff, a los compañeros, fue muy útil», recuerda. Dragovic habla inglés, entiende y puede hablar en ruso y entiende y habla el italiano. «Mi problema principal es que primero aprendí inglés así que con el resto de idiomas es como bueno, ok, ya hablo inglés…»

Sus profesores de español son, sobre todo, los fisios del Tecnyconta. «Juan Carlos y César intentan enseñarme pero es difícil. Todo el mundo habla inglés. Sé algunas palabras pero es difícil. Es parecido al italiano, por lo que a veces cuando intento decir algo en español me sale en italiano. Así que sigo con el inglés».

Mucho mejor va su adaptación al equipo después de un inicio complicado. Pese a todas las novedades, pese a la gran cantidad de jugadores nuevos, jóvenes e, incluso, inexpertos en la ACB, Dragovic reconoce que el 0-4 inicial fue duro, pero todo ha cambiado con las tres victorias consecutivas que acumula el equipo. «Al final hemos visto los resultados de nuestro trabajo. Estamos en una buena posición y hemos ganado confianza, nos sentimos bien. Ahora la clave es mantener la confianza y seguir trabajando, estar concentrados e ir jornada a jornada», dice el ala-pívot. Las victorias han cambiado la mentalidad del equipo pero no han alterado la perspectiva. «Todavía no miro hacia arriba en la clasificación. El inicio fue duro pero confiamos, creímos y seguimos trabajando y esa es la línea a seguir», dice convencido.

Después de haber vivido también en Rusia, Bulgaria, Alemania, Francia e Italia, Dragovic se siente cómodo en la ciudad, en el club y en el equipo. Le gusta la forma en la que juega el Tecnyconta, que divierte por igual a jugadores y aficionados. «Me siento muy bien, con confianza. Estamos jugando un buen baloncesto en el que todos podemos anotar y hacer buenos partidos», indica. Considera que el estilo de Jota encaja a la perfección en esta plantilla. «Es bueno para nosotros, sobre todo para el equipo que tenemos. Correr y tener espacios está muy bien, somos un equipo joven, somos agresivos en defensa, vamos a por el rebote y eso nos permite correr. Eso es bueno para mí y pienso que para todo el equipo también».

Frente al Gipuzkoa completó su mejor partido desde que está en Zaragoza, pero Dragovic ya piensa en cómo seguir evolucionando. «Personalmente siempre puedes mejorar, me gustaría mejorar cada detalle. Hace un par de años solo tiraba, ahora intento penetrar más, jugar al poste, diferentes cosas». También debe progresar el conjunto. «Como equipo creo que necesitamos mejorar en no tener lapsus durante los partidos. Hay veces que tenemos tres o cuatro minutos en los que no jugamos. El último día jugamos un partido constante, durante 39 o 40 minutos. Eso es bueno para nosotros y es la clave».

Otra de las claves es el vestuario. «Todos los chicos son geniales, nos llevamos muy bien. Hay mucha comunicación, salimos a cenar juntos, con las familias, a celebrar los cumpleaños... Somos como una familia. Hay una gran química en el vestuario, muchas risas, música, está muy bien», asegura el serbio del Tecnyconta.