Es la cuenta atrás. Seis carreras y 150 puntos en juego. Cinco pilotos metidos en 35 puntos. El Mundial de MotoGP empieza a decidirse con Valentino Rossi, el mito, el icono que persigue su décimo cetro, sentado en el sofá de su mansión de Tavullia viendo como sus rivales, alguno más que adversario, se juegan el título en su jardín, en Misano. Cuentan los que están con él que, psicológicamente, la lesión, doble fractura de tibia y peroné derechos, le ha afectado. Se ve fuera de la carrera, aunque en el paddock nadie le descarta. Aún.

El italiano Andrea Dovizioso (Ducati), que hoy saldrá, por vez primera en décadas, desde la primera fila en Misano, lidera el campeonato con 183 puntos y cuatro victorias, seguido de Marc Márquez (Honda, a 9 puntos), Maverick Viñales (Yamaha, a 13), protagonista ayer de la pole position nº 500 del motociclismo español, Rossi (Yamaha, a 26) y el eterno candidato, Dani Pedrosa (Honda, a 35).

Sin el Doctor, los cuatro magníficos restantes estarán en la pelea por la victoria. Y muchos creen que hasta Cal Crutchlow (Honda) puede llegar, pese a haberse rebañado el índice izquierdo cortando, dicen, parmesano. Y también Jorge Lorenzo (Ducati), ansioso por lograr su primer triunfo para los rojos antes de ponerse, cuentan, al servicio de Dovi, para echarle una mano.

Se corre en Misano, junto al Adriático, en la playa donde veranean la mitad de jubilados de Italia. Se lo cuenta Márquez: «Asusta, pues entramos a 300 kilómetros por hora, frenando, con la moto inclinada, muy inclinada, en una zona repleta de baches. Cierto, no son muy pronunciados, pero a esa velocidad se notan. La moto se mueve una barbaridad. Da un poco de miedo».

Es en esta serpentina negra de asfalto, distinta pero tan vertiginosa como la subida al Angliru donde Alberto Contador hizo olvidar ayer su bistec y cerró una carrera ciclística admirable, donde los líderes de tres generaciones de pilotos, todos ellos extraordinarios y campeones, desde los 22 años de MVK hasta los 38 de Rossi, pasando por los 24 de Márquez, los 31 de Dovi y Pedrosa y los 30 redondos de Lorenzo, van a provocar, ya verán, el delirio de casi 100.000 tifosi, que, vestidos de amarillo (y rojo Ducati), tratarán de llevar en volandas a Dovizioso, en ausencia de su dios. Se trata de una fiesta fantástica que la lluvia (hablan de un 70% de posibilidades de agua) podría convertir en una lotería. Una tribu de gente veloz (los diez primeros, de Viñales a Álvaro Bautista, están metidos en el mismo segundo) que hará temblar las tribunas en cuanto se apaguen los semáforos. «Puede ganar cualquiera», asegura el líder Dovizioso.