El chino Jian Wei tiene 45 años y los últimos 26 los ha pasado en España, país que ha recorrido de norte a sur siempre con un negocio a cuestas. Los diez primeros años llevó un restaurante en Andalucía y los diez siguientes vivió en Asturias, donde rehizo su local de comida. En Zaragoza lleva seis años. "Allí --en Asturias-- llueve mucho, y preferí venir a Aragón que es más seco y así no tengo dolores en la espalda por la humedad", explica con su característico acento asiático. Desde su llegado a la capital del Ebro regenta junto a su mujer Shan Lian, de 38 años, el bazar China Center San José, situado en la calle Miraflores, el típico Todo a 100 donde puede encontrarse una amplía variedad de productos. "Nosotros buen precio, por eso la gente viene a comprar aquí", comenta. No es su único negocio, también son dueños de una cafetería en la calle Monasterio de Poblet. Entre ambos establecimientos, tienen dos trabajadoras contratadas, una china y otra rumana.

Sus dos hijos nacieron en España, un niño de 10 años y una niña de 8 que representan la segunda generación de chinos, más integrada en la cultura local que sus progenitores. "Mi hija quiere ser profesora, dice que tienen muchas vacaciones en verano, y mi hijo, banquero. No quieren trabajar en tienda", señala la madre.

Los problemas de la economía no son ajenos a los comerciantes chinos. "Se nota mucho la crisis, estamos aguantando. China ahora mejor que España, estuve el mes pasado y mi pueblo --Qing Tian, en la región de Zhejiang-- parece ya Hong Kong", comenta Jian Wei. "Diecen que Rajoy es mejor para los empresarios, a ver si es verdad", concluye.

Sobre la clave del éxito de los negocios chinos, Shan Lian lo tiene claro. "Trabajamos muchas horas y somos amables", apunta. "Pero es mentira que no pagamos impuestos, nos echarían. Yo pago hipoteca de piso, alquiler de local, Seguridad Social... todo", sentencia.